lunes, 19 de enero de 2009

CENA Y DOMINGO

Eso de la soledad se me da bien. Cuesta acostumbrarse a esa vida. No es simplemente decir me hago un solitario y asunto hecho. Lleva tiempo y dinero. Antes andaba de arriba a abajo lleno de amistades, revoloteando de arriba a abajo en esta ciudad. Eso cambió cuando cambió mi trabajo.

Por ejemplo, llevo varios domingos qen fila que ceno en el Pecos Bill de la zona 4. No hay nadie después de las diez de la noche. Leo tres periódicos y miro el resumen del tenis mundial. Hojeo alguna revista comprada horas antes. Regularmente de ciencia y exploraciones.

Como una sopa y algún entremés. Dedos de mozarella. Y una naranjada con soda. Los meseros me miran sentado remando la escudilla de crema de espárragos y comiendo queso frito. Leo a de la Torre y a Ayau. Mario Vargas Llosa. El cuento de Patricia Cortéz en el Siglo. Un excelente reportaje sobre el oro en la National Geographic.

Antes la soledad era un ejercicio del diálogo. Era sentarse en una librería con libros raros y esperar que alguien cayera a saludarte y desmenuzar el primer tema que en dos cabezas apareciera. Tu carta de presentación era el libro que abrías como cola de pavo real frente a la mesa, o que diligentemente colgabas de un costado, tapas arriba, para mostrar lo inteligente que se es.

El restaurante me gusta y me siento siempre de espaldas a la puerta. Al principio da paranoia pero luego, confort. No creo que nadie me quiera matar. Igual no importa. Se está sentado contra uno solo. El miedo es a uno mismo. No a la delincuencia porque eso nos alcanza a todos tarde o temprano. Acompañado o no.

Somos seres de la extinción. El viernes pasado se quebró un eje de un torno. Una máquina para hacer piezas de metal brillantes. Un tornero está componiéndolo, expandiendo su uso, incrustándole más horas de vida.

Creo que por pensamientos así Fernando Pessoa escribió Tabaquería. Me gustaría que Borges escribiera un cuento a mi honor llamado Juan Pablo Dardón, autor de Tabaquería. Así como lo hizo con Pierre Menard, autor del Quijote.

Admiro a Juan Carlos Onetti porque fue un solitario desde su casa. Yo no puedo serlo. Mi casa es cama y televisión. También lectura. Un apartamento que me da pereza arreglar. Acaso porque vivo en un hotel y no termino de sentirme un intruso de paso.

En Madrid viví en un hotel, el mismo donde lo hizo Ernest Hemingway. Llené mi cuarto de libros y me metía en una tina a tomar vino y hojearlos. Qué tiempos. Me gustaría eso, un baño en tina con vino.

Es medianoche cuando me decido ir a mi casa. Pido la cuenta y cuando pago descubro que desde hace rato, el cajero, los dos meseros y los dos cocineros me observan detrás de la barra. Me sonríen todos y amablemente me despiden. Hago lo mismo.

Es morboso hacer inherencias sobre un tipo que llega solitario a leer y a comer a un restaurante vacío. Es como ver La Academia o American Idol pero nunca nadie va a ganar nada. El premio y el fracaso somos nosotros.

11 comentarios:

Lester Oliveros dijo...

Existe por ahí, nublado de libros, uno sobre otro, un cuento de Cortazar (el más pequeño de los Gigantes), un cuento que llamó Reunion con un circulo Rojo. Describe a un hombre que llega solo a un restaurante Balcanico y de como los rituales de los meseros lo hacen sentirse un secuestrado, luego se enamora de alguna mujer que tambien entra sola. Recuerdo que tampoco sentí que fuera el mismo Cortazar, sino otro, otro que talvez ni vivio.
Saludos brother.

Anónimo dijo...

Me gusto el post Jp..bastante sabes que lo unico que le hace falta y yo se lo agrege con la lectura fue Tom Waits de fondo algo como DEAD AND LOVELY..

Saludos!

A. Sánchez

Luisa F.S.C. dijo...

Totalmente deacuerdo, el miedo es a uno mismo. Una vez superado, se le encuentra el gusto, claro, sin caer en el ermitañismo. Nunca he comido sola y menos de espaldas a la puerta, habrá que intentarlo. Buen post. Saludos!!!

David Lepe dijo...

te entiendo, cuesta acostumbrarse.

el VERDE !!! dijo...

Es en esos estadios q1 llega a quererse tanto, a explorarse demasiado y ver todo tan diferente.

No sé, a veces me dan ganas de regresar a esos años... aunque sea por un ratito.

Si te gustan los deditos de allí, date una vuelta por El Establo. Entre semana es un sitio tranquilo, con un poco más de música y para comer pedí el plato de Q50 q trae un poco de todo.

Anónimo dijo...

Me hizo llorar JP. Usted es una mezcla extraña como un ornitorrinco, pero de sentimientos, odia y ama a la vez, no quiere nada y todo al mismo tiempo. Felicitaciones y gracias por darnos siempre sus lindas palabras. Luchi Gonzalez.

Allan Martínez dijo...

Me gustó. Bonita decadencia y sublime soledad. Saludos amigo.

Anónimo dijo...

Es una mezcla de negación, melancolía, resignación, libertad, en fin !
Disfruta la soledad mientras dure, que a veces suele ser la mejor consejera y amiga.
Un abrazo,
YT

Stanley Herrarte dijo...

dicen que la soledad es mala compañera, pero a vos creo que te hace bien... hasta cambiaste tu header! que por cierto esta bien chilero... disimula tu metrosexualismo.. jajajaja salud!

or!kid dijo...

Ahhh JP... Hermoso lo que escribes (que tono no? como si te conociera de toda la vida hahaha)

Pues la soledad es algo maravilloso cuando uno se decide a realmente disfrutarla... es algo que puedes usar a tu favor para llenarte, para conocerte, para soñar... ay JP... mejor te dejo con una frase que, desde hace mucho tiempo ya, ronda en mi cabeza:

"At the innermost core of all loneliness is a deep and powerful yearning for union with one's lost self." Brendan Francis

Un abrazo.

el Kontra dijo...

Buen post JP, al final debemos hacernos cuates de nuestra soledad también. Saludos.