domingo, 8 de julio de 2007

LÚDICO

La escena es la siguiente: un salón de juegos electrónicos rebozante de jóvenes que palmean botones y manipulan palancas. Otros brincan en ruidosas bocinas que transmiten una serie de flechas a un ritmo vertiginoso mientras suena un horrible Tecno. Dos chicos compiten para ver quien de ellos es el campeón de seguirle las instrucciones a la máquina. A las claras, gays. Adentro dos niñas abren los ojos como platos frente a un juego virtual de futbol, una es Brasil y la otra Alemania. Ya que son las siete de la noche, las imagino estudiantes vespertinas porque aun visten el uniforme de colegio. Un vendedor ambulante de discos pirata, con la mochila a la par del mueble, parte por la mitad a unos zombies a puro escopetazo. Todo es estridencia y sicodelia, mundos alternos. El control al alcance de las manos, literalmente.
Esto es un escape maravilloso al ruido que existe allá afuera, en la calle, en la ciudad. El ruido de aquí es sostenible. La atmósfera es nihilista, son dioses tomando las riendas del destino por un quetzal el juego. Hay de todo en este lugar, en el segundo nivel del centro comercial Capitol se yergue Juegos Electrónicos Comercial Fantasía 3, nombre surrealista como la escencia de su negocio.
Hasta el fondo, esquinado y con poca luz, un saco y corbata, lentes y bigote se inclina frente a una pantalla. Tiene cara de gerente de banco o de tienda de electrodométicos. Juega Pac-Man y los globos oculares parecen que saldrán de sus órbitas y meterse al juego. Es un experto el tipo que tendrá unos 38 años. Extasiado él y yo, por esa escena tan hermosa de intentar recuperar un tiempo perdido, un niño grande que se reinvindica con la fantasía, antes de regresar a la casa y convencer a sus hijos que tienen que seguir viviendo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola. Me preguntaba si habías visto ya Factotum, la película. Sé que ya leíste el libro, me gustaría saber tu comentario sobre la película. La vi con bastante vino y whisky encima, pero igual me recordó mucho, mucho, mucho. La última escena, es más de lo que pueden decir mis palabras. Tenés que verla, y si ya la viste, sabés de qué te hablo.

Duffboy dijo...

Hermoso texto JP. A las maquinitas las descubrí en la feria de Retalhuleu. Con uno de mis hermanos cruzábamos las diferencias sociales con quienes fueran los otros usuarios, y le entrábamos duro a los juegos, para después disfrutar un Choco Milk en bolsa. Allí a mi hermano se le ocurrió la brillante idea de que Tiger Heli, un juego chafísima, fuera nuestra primera adquisición el el Nintendo, aparte de Mario Bros. 1, que ya venía con el sistema.

Juan Pablo Dardón dijo...

Cierto!!!!!!! me recuerdo de tal jueguito (el Tiger Heli). El mío fue Ninja Gaiden y Galaga, cuando los miro, me saltan las lágrimas (sob!)

Anónimo dijo...

Cuando vivi en Guate, mis padres no creian en estos juegos y yo no tenia dinero para las maquinitas (y el dinero que tenia mejor lo invertia en una tostada o en un mango con pepitoria). Yo era muy patojita y mis hermanas mayores hacian "ensayos" (asi se llamaban?) con mis primos, se ponian a bailar la musica de la epoca (Disco) en grupo usando una grabadora que por puro milagro de Dios trabajaba. Fue hasta que llegue a Estados Unidos que conoci a Frogger y a Super Mario Bros. en la casa de una vecina. A lo lejos recuerdo a Pac-Man. Ahora ya de grande tengo a Tetris y a Scrabble Blast en mi celular y para mi esto es suficiente porque no quiero sufrir del sindrome Peter Pan. ;-)

Anónimo dijo...

El cuento me recordo mi epoca de estudiante pobre que tenia que apartar el quetzal del dia y esperar que el GURU Vitelio en carroza (patineta) llegara cual divindad a enseñarte los secretos del arte de "maquinear" de como sacarle creditos gratis a las maquinas ganandole a Noob Saibot el primer round, dejandote dar la madreada del siglo en el segundo y en el tercero usar todas tus habilidades con los combos de 48% of damage en MK3.. y como por magia te salia el credito CHOOSE YOUR DESTINY...

larga vida a los capitol!!!!!


Saludos Juan Pablo

ALVARO Sanchez

Juan Pablo Dardón dijo...

Gracias por la anéctoda Álvaro, sin duda somos una generación marcada por los videojuegos. Yo bajé del Limewire un Arcade Simulator y ¡qué maravilla es recordar y volver a romperle la madre a King Koopa!

Juan Pablo Dardón dijo...

Muy cierto Carmen, eso de las máquinas son un verdadero quitatiempo, pero vaya que entretienen el tiempo muerto. En mi caso, lo miro como un ejercicio para no olvidarme del crío que cargo dentro. Para los que somos padres, lo considero una buena manera de compartir con los hijos, además. Saludos.