viernes, 28 de febrero de 2014

LAUDES


ya tengo dinero para comprar
pero las tiendas que quiero se perdieron
no encuentro aquella venta de discos en la avenida las américas
ya no puedo llevar a la chica que me gusta a comer pizza y cerveza
las tiendas que quiero se apagaron y únicamente

queda la cera derretida de la luz que fueron

me afané tanto para lograr la felicidad de ese entonces
que ahora el rompecabezas no encaja

visité a los tatuajes
al minúsculo local en la décima avenida
donde cabía el tatuador y el cliente
con media vida afuera en la calle 
el de la pared rosada y una puerta de polilla
un libro tenía el dragón que viviría en mi espalda y brazo
y la página 76 del muestrario ya no estaba
y el muestrario ya no estaba en la mesa detrás de la vitrina con aretes
y los aretes se habían esfumado para siempre y las ventanas limpiado
y el local vacío me miraba con los ojos muertos del pasado
con la viveza del cuero quemado y marcado con el olor de aquello que resplandeció un día
el carbón calienta el hierro y los vaqueros lo hunden sin piedad
en la piel de un ternero que tiene ya un dueño entonces
el pasto es verde como los ojos del mayoral
la hoguera a lo lejos es un horizonte que no se curva
el mar lo escucho aún reventando contra el cerco de la playa
gritando no marquen a las vacas
tráiganlas a mí que las haré orcas que se defiendan
un ganado de fuerza y venganza
y yo voy caminado lentamente con las botas de cuero mojadas
y miro a la sal hacerse olas
he respondido al llamado pero no me otorga el paso
yo tampoco quiero ser marcado por el hierro de los hombres
he caminado a la playa
y el océano me dio la espalda por ser cómplice
e instaló dos krakens a guardar el paraíso prohibido
dieciséis espadas de fuego aseguran mi exilio

tengo dinero
tengo dinero me repito
sentado en una banqueta mirando atrás
y el vulgar color rosado de un local vacío de tatuajes me refleja
recuerdo el aroma de las portadas de los discos nuevos
que ya nunca compraré
el celofán truena bajo mis huellas

un niño de la calle se sienta a la par mía
yo fui eso
vaya cosas

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno llega a pensar que nadie más que uno y solamente uno ha tenido la sensibilidad de un niño en la mirada hacia esos lugares y esas cosas que simplemente no son más. Pero no... Gracias por estas palabras.

Juan Pablo Dardón dijo...

Julio, gracias por la visita mano. Que el camino sea luminoso.

Mayra dijo...

No Juan Pablo quien escribe así no ha dejado de ser niño, aún guarda en su mirada la ingenuidad y la alegría de poder trasladar a los demás lo que antaño significaron los momentos fugaces que no son más y de los lugares que ya no están y de lo que ya no fue queda el aroma lejano que baña un nuevo amanecer.

Juan Pablo Dardón dijo...

Eres muy benevolente conmigo amiga, un gran abrazo y muchas gracias por tus infaltables comentarios :)