domingo, 12 de febrero de 2012

CRONICAS MARERAS: CANDY

(Con esta crónica inicio un segmento de su blog amigo Fe de Rata, sobre historias de maras. Yo que soy un marero intelectual, conozco sobradamente del tema por razones laborales. No crea usted, caro lector, que soy trabajador social, antropólogo, o peor aun, periodista; he sido un simple espectador de sucesos, o me los han contado o me los he inventado desde mi labor de ingeniería. Ya sabe como es este juego, en su eterna labor social Fe de Rata, promueve el misterio como ente generador de cultura. Disfruten y no duden de comentar y compartir estos escritos violentos. Attn. El Curly Dardón).

Aquí la situación es para desesperarse, me cuenta Pedro, uno de los mecánicos industriales. Su historia tiene que ver con amor y muerte pero está muy lejos que la cuente Shakespeare o que la protagonice un romántico Romeo y su etérea Julieta. La historia la cuento yo y los protagonistas son la hija de Pedro y un marero extorsionador de uno de los asentamientos adyacentes a la colonia en que vive, casi sitiada, por tales orcos modernos.

La hija tiene 13 años y es la delicia de la colonia de lo guapa que está la chica. Estudiante ejemplar y musa de masturbaciones de los púberes que les gustaría ejercer con ella lo que las canciones de reaggetón sugieren. La niña, supongo que lo es, llamó la atención del Candy. No se rían, el tipo es cosa seria y caminaba apoyando el peso en un AK 47 de cacha y manubrio de madera golpeada, vieja; pero igual de letal con su 7.62 mm de ojiva capaz de reventar paredes y el pecho de cualqueir cristiano que intente tomar refugio detrás de una.

Candy. Vaya apodo de guerra para un marero, máxime un maldito como él. Según Pedro, este tipo fue el artífice de la baja poblacional de la colonia de escasos recursos al iniciar su campaña de reclutamiento con los jóvenes locales. Él venía... del infierno, supongo, así que necesitaba de soldados para sus fines de instalar una sana y robusta mara de asaltantes, extorsionadores y sicarios. A los que se negaban les cruzaba el pecho con una ráfaga de tiros del fusil de asalto que según me dice Pedro, el Candy apenas sostenía lo suficientemente bien para hacerlo funcionar en su letal destino.

De esa cuenta, se quedó sin coro la iglesia evangélica de la colonia, sin equipo de fut vespertino, sin grupos de estudiantes caminando alegremente rumbo a sus casas a soñar con ser el empleado del mes de McDonalds, o mejor aun, a ser cajeros de banco manipulando manojos de dinero que jamás tendrán, porque vienen programados para eso: para el fracaso.

Los peones han sido transformados por este sistema epítome de la filosofía exitoide, donde la felicidad es un trabajo, prestaciones, el servilismo. O la delincuencia, el acceso a la pronta plata a cambio de la vida acelerada e intensa donde se traspola la realidad a un videojuego de metrallazos, golpes y robos peliculescos. Vice Guatemala City, Fucked Up People Editon.

El Candy tenía a su hermano y junto a él iniciaron un régimen de terror que fue encontrando eco en los más pequeños del asentamiento y bueno, fueron los primeros en ir cayendo asesinados por los tenderos cansados, por los guardias del camión de la cervecería, por los policías contratados por los vecinos. El Candy eligió a una chica X de la colonia para que fuera su mujer y le tatuó sin mayor elegancia, un Candy en letra de carta en la frente.

Pero ahora la cosa es que se estaba fijando en la hija predilecta del lugar. Y Pedro estaba más que preocupado, asustado. “Cómo putas se quita uno a una lacra de esas de encima”, me dijo. Me encogí de hombros y le comenté algo sobre el clima. Porque el clima es la cosa más importante del planeta cuando un súcubo asesino intenta introducir su pene en tu hija. Soy un tipo sensible e inteligente.

La semana pasada mientras hacíamos el viaje de Puerto Morazán a Tonala, le pregunté sobre su caso, un poco apenado sobre el tema porque podía ser que ya el cuate este que les cuento, Pedro, fuera a convertirse en abuelo a sus 30 años y tuviera que celebrar las subsecuentes navidades o años nuevos, tirando hombro a hombro con su yerno el Candy, ráfagas hacia el cielo despejado. Así se celebra en esos lados, no hay otra manera de marcar territorio, de dar aviso: disparar al aire es una forma de rugir.

“El Candy está muerto, igual que su hermano, igual que su mujer, que desde que se dejó violar a la fuerza”, comenta. Pienso en los cabrones que merecido lo tenían, pero no en la chica X esa que ya traía el sino de la muerte en la frente bajo el puño y letra de su amante: un negro azulado Candy en la cara. El trabajo de matar fue encomendado a unos ex fuerzas especiales del ejército. Exacto, unos kaibiles.

Todo esto me lo cuenta parsimoniosamente, con una voz tan calma que parece que le pregunto sobre el trabajo, sobre el estado de la soldadura o si el motor eléctrico arrancó sin que disparara los seguros. “Raro JP”, me dijo, “los balearon dos en el pecho y uno en la cabeza a los tres, al Candy, su hermano y su guisa. Los chavos se murieron rapido pero la chava vivió hasta que llegaron los bomberos. No hubo Ministerio Público ni sirenas de ambulancias, llegó un pickup con cuatro bomberos y echaron los cuerpos en la palangana como si fueran perros muertos”.

“Sólo la mujer iba medio viva, pero se fueron despacio, en silencio, esperando que se terminara de morir en el camino”. Me pide permiso de fumar y enciende un cigarro que inunda de humo la cabina en que transitamos acá, lejos de su patria, de nuestro país de encargos.

Le inquiero sobre su participación en el caso. Recuerdo algo de un su primo que era soldado francotirador y no dice nada más que esto: “mi hija tenía miedo y eso se tenía que acabar, muerto el chucho se acaba la rabia”. Entiendo y me callo. Es hora de las cavilaciones, seguro él piensa y recuerda conversaciones y tratos subrepticios con gente innmencionable.

Por mi cuenta, también pienso. Pienso en subirle el sueldo lo antes posible, es un buen trabajador. Insisto, soy un tipo sensible e inteligente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y por donde vamos entonces?
vayan a leer como adicion este reportaje, pero lean sentados y cuando tengan la fuerza.
pues no hay como se aguante toda esa mierda...
Pt1 http://salanegra.periodismohumano.com/2012/01/30/16/
Pt2 http://periodismohumano.com/en-conflicto/yo-violada-ii.html

David Lepe dijo...

la realidad más impactante que cualquier ficción.