martes, 19 de agosto de 2014

TRILOGÍA BARTOLIANA, RAFAEL ROMERO

(IMAGEN CORTESÍA DE WWW.SOY502.COM)

El Elegido, Chichicaste y Zánganos (todas publicadas por Editorial Alas de Barrilete) es una trilogía que parece ser un desatino, una historia hilada desde el vientre del periodismo amarillo más fluorescente que existe. 

Parece calcar a carbón algo que le contaron en el mercado, o la cantina, o la camioneta extraurbana, y transmitirlo con los mismos yerros temporales y narrativos.

Parece ser, en una lectura primeriza y sin ánimo de ir más allá, una historia que gira lejos del sentido original aumentando la ficción de los hechos reales. Esto está más cercano a la tradición oral que a la mayúscula Literatura de flema y ficha bibliográfica.

Rafael está en España, es un migrante que se dedica a escribir, vive en Madrid y, contrario a mimetizarse en el ambiente de las letras europeizadas, de buscar un gris lugar en las largas colas de la burocracia artística, se impone un estilo críptico para el resto de hispanohablantes, pero clarísimo para el guatemalteco de a pie.

Son estas obras un regreso al único espacio real que concibe el autor: la violencia, el desamparo, la soledad, la ternura de la hiena carroñera. Síndrome de Estocolmo del amor por una tierra que le vomitó al otro lado del Atlántico.

Allí reside el éxito de estos libros: un documento que encuadra un tiempo y un lugar, un retrato que se convierte en escena de fuego, atemporal, histórica. Es cine de autor, es vanguardia, es una obra que posiblemente le ataque los sentidos, que punce, que le tome del cuello y le confronte, pero de eso se trata el arte. De lo contrario, es telenovela, es pasajero todo.

A mí me gustan las trilogías. Son acaso lo que más emoción me da, en materia de entretenimiento y, por ende, no me molestan. Yo no soy un crítico, soy un consumidor de entretenimiento y, con esos galones, puedo decirles que mi memoria no recuerda haberse divertido tanto con tres novelas cortas al hilo, ni tan cercanas.

Hay en esto de las trilogías una escuela de cultura pop. Así entiendo y logro englobar la obra de Romero: es una serie de televisión, un sitcom, que nos ofrece capítulos de una misma historia en tres temporadas con desenlaces tan quiméricos que parecen reales.

Tiene Rafa una narrativa muy visual, muy amena que ofrece ver sus historias, sus capítulos, como escenas de cine delirante. Es una literatura que entretiene y que al mismo tiempo desnuda una realidad que no ha cambiado en muchos años. Esta trilogía podría haber sucedido hace 20 años y seguirá vigente dos décadas después de publicada.

* Extracto del prólogo de mi autoría, para la tercera parte de la trilogía, Zánganos.

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