martes, 17 de junio de 2014

ASCO POR LA CULTURA

(FOTO SOY502.COM)

Fue este domingo por la tarde mientras los bosnios buscaban su segundo gol, el empate, contra los argentinos que en el timeline de Twitter vi la foto del motociclista brincando dentro del área verde del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, con el Teatro Nacional de fondo, como triste espectador.

Fue una actividad deportiva organizada por la Municipalidad de Guatemala llamada Cross Country Urbano, donde motociclistas y ciclistas de montaña pueden ejercer su disciplina en un ambiente citadino. Fue deprimente la escena, como ver a un moribundo al que todos le pasan encima, sin importar su decadente estado. El arte como pieza ornamental, un paisaje para subirse en moto.

Es como esos que se trepan a su moto acuática en las orillas del lago de Atitlán o Amatitlán, sin pensar en la flora y fauna que dañan, o sin siquiera ocurrírseles en cuidar el cuerpo lacustre al que utilizan de pista con sus juguetes de veraneo. Tengo varios amigos que lo hacen, pero – responsables – se interesan por su entorno y son muy activos en la conservación de su lugar de recreo. Varias discusiones hemos sostenido sobre el tema y me alegra ver que han tomado cartas en el asunto.

Regresando al tema de marras, se hizo un circuito de “6 kilómetros con áreas de obstáculos que estarán ubicadas en puntos emblemáticos e históricos de la ciudad, pasando por el Teatro Nacional, Instalaciones de Fegua, Palacio Municipal, el Estadio Mateo Flores, la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala – CDAG, entre otros”, según su página.

No me molesta en lo más mínimo que instalaciones que se suponen son para la difusión y disfrute de las bellas artes, se abran para otro tipo de público. Principalmente cuando se hace en forma de intercambio, pero cuando se aprovecha un espacio descuidado para terminar de destruirlo, ofende la apatía tanto de autoridades como de participantes.

Y esta falta de educación y abulia por los tesoros nacionales, no es culpa de bochincheros – en este caso –, ni de manifestantes, es culpa de gente con los suficientes recursos económicos (¡Qué ejemplo le dan a sus hijos!) para darse el lujo de adquirir una moto de enduro, equipo de protección y demás parafernalia (Q100 mil aprox.), para salir a quemar hidrocarburos y literalmente pasar por encima del tesoro que nos pertenece a todos: ricos, pobres, negros, blancos, indios, canches, sancarlistas, marroquinistas. Va, métanle a la ecuación comunistas y socialistas, curadores y anticuradores.

Lo que me entristece en este caso, es que el Teatro Nacional sea un ícono anacrónico de algo que nunca llegó a funcionar. Que necesite urgente mantenimiento y que se escuche más bulla de motos afuera, que de aplausos adentro. Es triste ver cómo es utilizado como un “obstáculo” para salvar en moto o bicicleta, más que un bien al cual tenemos que cuidar y no delegarlo a un ministerio inepto que poco hace por la cultura y el arte en este país.

Es obligación de nuestras autoridades promover tanto el deporte, el arte, la cultura y el esparcimiento en general, está en la Constitución (Artículo 91). Se hace a medias, se hace sesgado, se hace por medio de intereses solapados, con contratos pardos bajo la mesa. Pero es más fácil entrampar actividades, negar sueldos, cobrar comisiones, hacer compras sobrevaluadas, quitar presupuesto a la Editorial Cultura, olvidar a Radio Faro Cultural al punto de llevarla casi a la extinción, no pagarle a los maestros de música, o de artes plásticas.

El Teatro Nacional carece de muchas cosas que le impiden funcionar en todas sus capacidades. ¿Se hace, digamos, alguna maratón, carrera nocturna, rally o pintacaritas aunque sea, para recaudarle fondos? No lo creo, el jefe edil se limpiará las manos diciendo que es obligación del Ministerio de Cultura y Deportes y este diciendo que no hay presupuesto, porque se lo quitaron. O lo desviaron. O se fue en la compra de pelotas con la cara de un político.

El arte, la cultura y el pensamiento vanguardista dan asco al poder. Todo va bien si es costumbrismo, pero algo que rompa esquemas, jamás. En ese caso, se reconoce, la Muni golea al MCD en actividades culturales, talleres, espacios, etc.

Peeeero, sí sólo sí, están bajo el ojo protector del Sauron desde el Palacio de la Loba porque bien pueden pedir permiso para meter motos al patrimonio nacional cultural (y luego se lavan las manos categóricamente… por cierto, los organizadores tienen la obligación moral y penal de componer lo que destruyeron), pero deniegan conciertos bien organizados, propositivos y que apoyan bandas locales. Claro, es rock y era organizado por Farnés del Bad Attitude. Enemigo jurado de las buenas costumbres ¿vaa vos, canche?

Siempre es útil a largo plazo escoger que se da a conocer y que no; no por nada Hitler quiso hacer su ciudadela de arte en el Tercer Reich (el Führermuseum, en Linz, Austria), a dedo, quemando todo aquello que iba contra sus negros hígados. Lo mismo sucede cuando se escogen las actividades culturales que gustan o no: se emula el control, se encausa a beneficio de clase, el libre pensamiento.

Controlar el arte, la cultura, mantener a la mínima las instalaciones para difundirlo, es una estrategia no política, sino de clase dominante: quien tiene el poder sobre cómo se divierte, lee y piensa un pueblo, tiene el poder sobre su risa, su asombro, su imaginario y tiempo libre. Y así nacen las dictaduras.

1 comentario:

italomoraleshidalgo dijo...

Hasta' ora que le ponen atención al teatro. Para mi es un monumento que como que nos da verguenza tner. Lo escondemos entre un bosque frondoso. Nada contra los árboles, pero aquí lo que importa es esa escultura-arquitectura. Porque no enmarcarla con jardines atractivos si nada más alto que un arbusto. Que no nos de verguenza. Exhibámoslo, enmarquémoslo, no lo escondamos.