domingo, 23 de mayo de 2010

EL INACABADO

fabrico corazones proyectos que me derrumban
con el paso de elementos la arena y los besos
de mis propias tormentas y los seísmos de un tren
torbellino y quásar dentro de mi pecho

me salen torcidos los latidos
qué casa puede construirse sobre eso?

este dios que soy no se quiere
se ahoga a sí mismo
imperfecto no soporto la vida ni la muerte
dragón que se muerde
que se reza hace velas y ayuna la carne
san jorge arremete lanza en riestre hacia mí
él llora su funesto destino
y yo también

viernes, 14 de mayo de 2010

FREAK SHOW MOTIVACIONAL Y OTRAS MALAS NOTICIAS

Tengo que admitir que cada vez que miro a ese señor en internet lloro. La primera vez porque me conmovió. La segunda, de ver conmovido al público; la tercera, de lo maldito que es el mundo de las charlas motivaciones; la cuarta, de la risa que me dio; la quinta de lo cursi que soy.

Ahora viene este desafortunado australiano, de nombre Nick Vujicic a ofrecer una conferencia sobre los beneficios de estar vivo. Vaya cosa. Él dice que no es desafortunado, claro, porque nació así y su vida se acostumbró con las herramientas con las que se tuvo que enfrentar al mundo.

Si a mí me tocara quedarme sin brazos y piernas, créanme que cuando aprendiera a movilizarme con lo que me quedara, me iría brincando a un lago - o a la pila - y me sumerjo hasta el fondo para no salir nunca y así terminar de una vez por todas con el asunto.

Es decir, este señor ofrece un cuadro de costumbres de la condición humana. Una especie de Espejo Mágico de Blancanieves pero a la inversa. No nos muestra lo bonita que puede ser la realidad, si no, lo contrario, lo que pasaría cuando nos veamos negados a los beneficios que por evolución y especie nos pertenecen.

Es por eso que la gente llora en sus seminarios religioso-motivaciones. No por el afán de vivir, ya que es instintivo a cualquier ser humano en sus cabales. Si no, de verse privados de lo que actualmente se tiene.

Es decir, yo puedo vivir sin los beneficios de tener un helicóptero porque nunca he sido dueño de uno. Quítenselo a Dionisio Gutiérrez y métanlo al tráfico que se hace en Santa Rosalía en las mañanas y verán ustedes a un hombre llorar amargamente.

Y esto me lleva a una reflexión mucho más profunda, porque estamos viviendo actualmente no una humanidad evolucionada como pretendían mis lecturas de hace quince años cuando me devenía entre Nietzche, Comte, Marx, Harris y los Churchland. Donde el hombre nuevo sería el tata, dejando de lado las taras antiguas de las formaciones sociales.

Pero cambiamos manzanas verdes por rojas, porque el concepto de belleza - muy intrínseco, muy propio, muy lo que sea - sigue siendo un ideal estatuario como lo fue para los griegos. Pobrecitos los feos de aquel entonces, ahora, gracias Dios por el doctor Robert Rey.

Eso sí, si yo me subo a decir lo mismo que él dice, seguro me tiran tomates y me prenden fuego. Y si sobrevivo, pues allí sí que hable pajas. De lo contrario, dejemos esa noble tarea a los fenómenos de circo y sus padres, que tanto lucran con ello.

La única diferencia que miro en esto y el niño idiota que pasean en una silla de ruedas en la calle, es el precio. Al pobre indefenso que es acarreado por un familiar pidiendo limosna, se le dan algunas monedas. Nick no pide limosna, se le regala dinero por ese gen de la lástima que llevemos adentro y porque nos gusta sufrir.

Recuerdo muy bien a la niña serpiente de la feria de Escuintla. Salí corriendo porque no soporté verla. Ahora viene el chico milagro. Ya lo dijo el padre de la sátira romana Juvenal, Panem et circenses. Y el circo ha llegado a Guatemala.


CASTIGO POR BLASFEMO

En noticias más importantes, perdí mi música. Toda. No tengo nada de nada. Son esos momentos en que uno busca algo cuando migra de una computadora a otra y se queda frío, viendo pasar la destrucción del mundo frente a sus ojos.

Me tardó más de siete años hacer mi discoteca. Era yo un hombre feliz y coleccionador de géneros de todo tipo. De décadas y siglos entre cada una de mis elecciones cuidadosamente curadas.

Del orden que fui logrando en cada uno de sus sitios: folders plenamente identificados para el buen funcionamiento del Itunes. Español, Inglés y Varios. Rock, Pop, Tradicional, Bailable, Tomable, Romántica, Trincable. Cumbia, Ranchera, Corridos. Michael Jackson, Tom Waits, Sabina, Alux.

Bohemia. Noche de vino. Electrónica. Chill. Goa. Aroma de Conquistador. Los diferentes nombres de mi música se fueron creando para situaciones inesperadas, fiestas, para escribir, para investigar, para jugar poker en línea.

Y ahora, un teclazo no dado, un archivo no copiado, mandaron al carajo mis horas y dinero invertido. Mi música clásica, mi rock clásico, mi reaggetón clásico. He perdido buenos años de mi vida, al menos, la banda sonora.

Ya no más Wish You Were Here, Christmas Cards From a Hooker in Minneapolis, Encontraron a Don Goyo, o Budufkunkun.

Cuando pienso en ese tiempo, de tanta alegría y tristeza, siempre tenia un soundtrack. Ahora que reviso ese tiempo es verlo en silencio, no tengo sonido y eso me causa tristeza y rabia. Me siento completamente perdido sin mis canciones.

Adiós a mis colecciones completas. No más José José. No más Leonard Cohen. No más Charly Parker. No más Depeche Mode. No más Beethoven. Adiós Buki, adiós Edith Piaf. Todo, todo mi New Wave al purgatorio de las canciones descargadas de Limewire.

Eso me pasa por pirata. Eso me pasa por blasfemo. Y cínico. Así que si alguien sabe una mejor manera para empezar a reconstruir mi biblioteca musical, se los agradezco me lo hagan llegar. Creo que veré los videos de Vujicic para sentirme mejor.


ASCO DE LEY

Fascinante en su grandeza, Estados Unidos brilla por sus leyes absurdas. Este es el caso de Arizona donde se castiga por no ser blanco. Ni negro. Simplemente por ser de otra etnia, es decir, oriental y latino.

Pero principalmente latino. Es decir, si me voy de vacaciones es muy probable que la policía me detenga, me humille, y me haga pasar un mal rato simplemente por parecerme, bueno, a mí.

Es ridículo, es estúpido, es denigrante y triste que en pleno siglo XXI las prácticas fundamentalistas sigan en boga como si fuera hace 100 años. La gobernadora, Jan Brewer es una burra con poder.

Me recuerda mucho a aquella vicepresidenciable republicana por el estado de Alaska, que pretendía bloquear a los clásicos de la literatura gringa por competir directamente en ideas con la Biblia. “Cosas veredes Sancho, que harán temblar las paredes“.

En 1938 Hitler hizo su quema del Diablo con todos aquellos libros que no fueran escritos por alemanes y que no exaltaran la pureza aria. Ya sabemos cómo terminó eso. De quemar papel a cremar gente.

Por ser judío, maricón, negro, socialista, comunista, polaco, intelectual, lo que fuera, hizo que el aparato xenofóbico se echara a andar con leyes ridículas como la de marras.

Los insto mis amigos, a oponerse rotundamente a todo aquello que intente dividir y castizar a los seres humanos. Adelante, por la libertad siempre.


ASCO DE VIDA

A raíz de mi incidente con la música, no puedo pensar en otra cosa, y justo mi amigo Gabriel Arana me dio a conocer el sitio que lleva por nombre el título de esta notita.

Es una especie de desagüe al que se accede cuando todo sale mal, se quiere quejar de algo o simplemente, desquitarse en la web de las cosas que nunca están a la altura de las expectativas.

La mecánica es la siguiente. Uno sube un texto que se puede enmarcar en cualquiera de las categorías que tienen, como Amor, Trabajo, Sexo, Estudios, etc. Se empieza con un machote que ellos proporcionan que empieza siempre con la palabra “Hoy“ y se termina firmando con las iniciales “ADV“, es decir, Asco De Vida.

Además, se puede comentar cada uno de los posts y votar de dos maneras. Afirmando que efectivamente la vida da asco, en el botón “Estoy de acuerdo, qué asco de vida“; o pronunciarse que todo eso pasó porque la persona hizo todo lo posible para que sucediera, en el botón “Tú te lo has buscado“.

Es una joya. Hay textos como los siguientes: “Hoy, tras varios años de amistad, he descubierto una faceta oculta de mis dos mejores amigos. Son militantes de un grupo de juventudes neonazis. Yo soy gay, estoy profundamente enamorado de uno de ellos. ADV“

“Hoy, mi compañera de piso trajo a dos tíos a casa y se los tiró. Ella tiene novio. El novio es mi hermano. ADV“

“Hoy, recuerdo que cuando le pregunté a mi madre si en casa había algún disco virgen. Me contestó que lo único virgen que había en mi casa era el aceite de oliva y el perro. ADV“

“Hoy, iba por la calle con mi padre cuando nos hemos topado con un hombre que me ha dicho - Diosa, eres una diosa… por ir con un hombre tan guapo. - Mi padre se ha quedado tan contento diciendo que evidentemente era una persona sensible a la belleza. ADV“

“Hoy, vivo con mi esposa y mis tres hijas en un piso y a las tres les ha coincidido el periodo. Temo moverme o hablar en la próxima semana. ADV“

“Hoy, me ha llegado la declaración de la renta. Tengo 20 años, estoy independizada desde hace dos, vivo en un piso que se cae a trozos, estudio, trabajo, sobrevivo con menos de 400 euros al mes y tengo que pagar al estado doscientos y pico euros. O me hago puta o el mes que viene comeré los trozos que se caen de la pared. ADV“

“Hoy, me he casado. ADV“

Tengo pensado subir el mío “Hoy, he visto la biografía de Nick Vujicic. ADV“

Les recomiendo que se tomen su tiempo y se caguen de risa con este sitio español. Por alguna razón, ya me estoy sintiendo mejor al ver la tragedia ajena.

jueves, 6 de mayo de 2010

EL CUIDADO DE LOS VENENOS

He descubierto, manía de la soledad, que no me gustan los bichos. Por eso no soporté aquella película animada. La cosa es que sin quererlo me he convertido en un experto de venenos.

Compro venenos siempre. Para matar insectos, sabandijas que me acosan. Las hormigas con sus largas y burocráticas filas. Ese errante manejar de las cucarachas montadas por almas de conductores que murieron ebrios.

Antes tenía gatos que se comían todo. Y era lindo, pero mi soledad egoísta se lanzó sobre los pobres animales hasta espantarlos. Hay algo de rancio en esta relación de yo conmigo.

Acaso lo que más extraño son mis gatos. Aunque para ser sincero, no eran gatos, han sido gatitas. Los dos gatos que tuve eran un cachorrillo rosa pálido que me lo traje de Tiquisate a mi casa en la ciudad.

Al escuchar el primer ladrido huyó y creo que lo sigue haciendo. La violencia citadina es una perra y vaya que lo supo mi fugitivo amigo. El otro gato que tuve, otro cachorrillo fue asesinado.

Tenía tal cantidad de pulgas que le rociaron insecticida para matarlas, sin tomar en cuenta los hábitos de limpieza de él y se lamió todo el veneno. Creo que intuyen el final de sus días.

Desde entonces ese olor agrio embotellado me trae los malos recuerdos de mi gato veteado muerto en pos del holocausto insectívoro. Y ahora lo compro siempre.

Para matar algo que nunca soy yo. Siempre cosas rastreras, trepadoras, agitadoras de exoesqueletos, que vienen por mí, por mis bienes, por mis sueños, a llevarme cargado.

Negros y cafés liliputienses hacedores de agujeros, de ruidos extraños en la noche que a veces confundo con pesadillas. O conmigo mismo.

lunes, 3 de mayo de 2010

LA GALA: BREVE GUIA SOBRE NUEVA YORK

Breakfast at Tiffany´s o New York Stories, cualquier filme en esa línea forjó la arquitectura de lo que yo entendería por la mega urbe por excelencia. Lo grandilocuente, lo excelso.

Justo en el Hotel Plaza lo vi. Luego de que caminamos por mucho tiempo, perdidos, llegamos sin querer a Central Park, en su parte más baja. Justo a un costado se erige un edificio no tan alto pero potente.

Es el susodicho hotel y tiene una masión por penthouse. Un Rolls Royce Phantom color negro platino estacionado afuera y tres tipos de pesados abrigos negros, altos y rubios, en sus puertas.

Uno es el chofer y está a la expectativa de su auto. Los otros dos son los porteros que sonríen a los hombres de esmoking y a las mujeres de estola. El resto no existimos, somos como pájaros de un cuadro: adorno para el mundo. Para ese mundo.

Andar a pie y con el viento residual de invierno, sumado a un suculento almuerzo en el barrio chino, nos provocó el llamado de la naturaleza. Sin discutirlo mucho concluimos como quien grita Eureka: ¡A cagar al Plaza!

Sí, sí, sí. Lo sé, posiblemente no sean las palabras apropiadas pero la idea es la misma y no ando con ganas de adornar nada. La cosa es que hicimos el plan de ataque.

Ese día lunes había un coctel de gala en los salones de ese furibundo hotel repleto de lujo. Por lo tanto, las visitas eran nada más que un pequeño paseo por la recepción, dar una breve vista a los techos y candelabros y para afuera.

Habían varios empleados que estaban apostados en lugares estratégicos para lograr ver quienes entraban y a los que estorbaran la entrada de los invitados, amablemente, acompañarlos a la salida para que siguieran con sus vidas.

Así que le dije a mi amigo Melvin, “bueno pisado, entramos como Juan por su casa y caminamos rápido, sin detenernos, para evitar que se nos acerque un hijueputa de esos y nos saque. Hacemos como que somos clientes y ya“. Nos miramos de pies a cabeza y parecíamos no sólo turistas, si no - nótese el adjetivo- chapines: bolsas de compras, cámara al cuello y caras de chucho en misa (creo que hasta ladrábamos).

“No te pares a ver nada, seguime que nos perdemos en los pasillos y así nadie sospecha nada. Deambulamos hasta encontrar un baño, cagarnos en una esquina mientras el otro avisa si viene gente, o volvernos fantasmas“. Dijo ok, y con todo a la puerta rotativa.

A todo esto. Cuando les digo que era coctel de gala, no se imaginen ustedes una boda en Santo Domingo, que es lo más cercano que estamos en estas latitudes de un evento de ese estilo. Allá la gala toma otro matiz.

Las mujeres eran aparejos de joyería y maniquíes de la quinta avenida. Llevaban diamantes hasta en los zapatos. Los zapatos seguramente costaban más que todo mi testamento y los vestidos eran de telas que no puedo pronunciar, pero que se pegaban a esos cuerpos blancos y duros como cincel a estatua jónica.

Los hombres eran el epítome de la elegancia. Esmoquin riguroso y sus joyas, bueno, traducidas a mancuernillas y relojes de colección. He de decir que en ropa y accesorios, esa gente debería de estar vistiendo la deuda externa de mi, en esos momentos, no tan extrañada Guatemala. Es decir, un chingo de dinero.

Entramos por esa puerta y las sonrisas de los empleados empezaron. Creo que, o mi paranoia así lo dictó, que teníamos un marcador de sonrisas amables.

Es decir, cuando llegáramos a las diez, alguien llegaría de saco y corbata, con un audífono al oído y nos llevaría diligentemente por pasillos explicándonos que la puerta trasera había servido anteriormente para que los famosos… y un portazo a nuestras espaldas.

Así que me encerré en el visor de mi cámara y una foto de la gente entrando a la recepción, candeleros y a caminar rápido por el ala izquierda. Sin ver a los ojos a los empleados, como yendo a un destino tan seguro como la ecología mundial.

Resumiendo. Bajamos gradas, un cruce aquí y otro allá y llegamos a un sótano con una mini salita y los baños. Cada uno a lo suyo. De salida nos encontramos a otros turistas en las mismas y el mismo descaro.

Ya de subida, aparecimos por el ala derecha y allí vi una de las escenas más maravillosas que resumen lo que para mi es el lujo neoyorquino. Antes de entrar al susodicho coctel, algunos de los invitados hacían retoques de última hora a su indumentaria.

Una potente rubia de fabuloso cuerpo caminaba de aquí a allá en su gown rojo. Pero cerca de una de las salidas auxiliares - por donde me imaginé elegantemente expulsado de ese reino - una pareja estaba parada en pleno acicalamiento.

Él, alto como una torre, levantaba la testuz mientras ella, otra torre un poco menos alta, le hacía el corbatín del esmoquin. A la par, una dama de bastón y estola caminaba y le dice lo siguiente extraído de un guión cinematográfico que traduzco libremente.

- ¡Hola mi querida y joven Señora Schultz, miro que se toma el papel muy en serio de una recién casada!

Y le contesta la mujer alta a la señora...

- Así es, ya sabe el destino de nosotras chicas en esta ciudad, señora Harper. Los chicos, siempre serán los chicos.

Salí al frío de la calle a comerme un falafel frente al hotel y a fumar un cigarro mentolado. A disfrutar la maravilla de un lugar que dispone lo mejor y lo peor de sí, al alcance de los sentidos. Aun recuerdo la sonrisa de medio lado que el tipo de traje hizo como saludo a la señora Harper.

Quise pensar en una canción para recordarme de ese momento, pero el diálogo lo fue todo. A veces, la música realmente no importa.