martes, 13 de enero de 2015

RENUNCIO DE SIGLO 21


A ese periódico le debo tanto, tantos años y proyectos, tantas amistades y aprendizaje. Hay periodistas talentosos, amigos y enemigos, personas que admiro y otras que desprecio. Como empresa, me aguantaron mucho y yo les aguanté también. Mi relación laboral con ellos llegó a su final en 2004, cuando el director de ese entonces - ultracatólico reaccionario - me instó a dejar de publicar notas sobre el matrimonio gay. 

Contraviniendo las órdenes porque me pareció estúpido y retrógado su mandato, publiqué una columna en mi espacio de opinión de esos años llamado Rata de Ciudad, acerca de cómo los homosexuales han aportado tanto al mundo del arte. Me echó y así dejé de ser un asalariado de Corporación de Noticias, S.A. Sin ese suceso nunca hubiera nacido este blog: Fe de Rata.

Años después (2011), nuevamente me ofrecieron un espacio de opinión en la sección de Vida, para publicar acerca del arte y la cultura de nuestro país. Esa columna se llamó El Manual de la Noche, que se fue llenando de temas como los que me pidieron, también fui enriqueciendo con historia de personajes que pululan en la noche, de problemáticas relacionadas al quehacer nocturno, de fiesta, reseñas, epitafios y demás asuntos afines.

Mi última columna publicada fue acerca de la estafa del parqueo del Centro Comercial Cayalá, una estratagema perfectamente ideada para que en el momento de más tráfico en el CC, se cobre al mismo tiempo, tres tarifas. Y nadie dice nada, la columna en mención se enfoca en ello y en esa forma chueca de jugar y cobrar. Cosa que debería estar plenamente explicado tanto en la entrada del lugar de marras, como en las máquinas de cobro. Pero nadie dice nada.

Pueden leer la columna acá: se llama El Triángulo de las Bermudas de Cayalá. De hecho, le cambiaron el nombre original al texto y lo dejaron como El Triángulo de las Bermudas y descolgaron la foto que ilustraba la columna, el ticket donde mostraba el cobro y las horas que visité dicho comercio (es la que ahora ilustra este texto).

El impacto de la columna fue inmediato. Fue compartida sin cesar y fue leída por decenas de miles. Así es, leyó bien, decenas de miles de lectores. Fui testigo de ello al revisar los resultados de mi página de Facebook donde los hits corrían al segundo: más de 101,000 lecturas y contando. Al igual de las veces compartidas. Fueron más de 5,400 veces. Algo inaudito para un texto perdido dentro de las páginas de un diario.

¿A qué se debe el éxito?
Simple, a la problemática del tema y el interés que este genera en el público lector al sentirse también, estafados. INSISTO: no es la cantidad cobrada, es la forma chueca de hacerlo. Mi editor me llamó para felicitarme porque era la nota más leída del día (lo fue de la semana), no me especificó la cantidad, pero si yo con menos de 1500 lectores en Facebook se viralizó a ese punto, supongo que el sitio del Siglo 21 con más de 210 mil, la cosa fue más grande. Me hubiera gustado tener el dato para cotejar.

La columna se propagó como reguero de pólvora y así como se compartió horizontalmente, lo hizo vertical. Seguro llegó a los ojos de uno de los dueños del CC, que llamó a uno de los dueños de Siglo 21 y empezaron las puteadas hacia abajo hasta llegar a mi persona. Que como osaba escribir algo así.

Fui periodista de prensa escrita diez años, sé cómo funciona el negocio y no es secreto que no se publica nada que devele acciones de anunciantes, o problemas relacionados con ellos. A excepción de los columnistas. Todo en aras de cuidar al cliente para que encuentre en el medio de comunicación, un aliado comercial para sus intereses. 

Todo bien, no me molesta, comí de esas leyes tácitas una década. Todos los periodistas, directores, editores, reporteros, fotógrafos, correctores lo saben y se callan la boca. Es un trabajo y hay que comer, si no le gusta y dicha condición sine qua non le causa escozor, pues puede probar trabajar, no sé, de vender papas.

Esta ley del periodismo escrito no aplica únicamente a Siglo 21, se extiende a Prensa Libre, el Periódico, Al Día, Nuestro Diario, La Hora. Quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra aunque todos sabemos los techos de cristal con los que se luce el negocio del periodismo: la libertad de prensa. Y tampoco se circunscribe al circuito nacional, es exactamente igual a nivel mundial. 

Y no digamos a las publicaciones impresas de semanarios o revistas de corte comercial, que he de decirles, también he laborado en ellas bajo tales condiciones y no me molesta en lo más mínimo cuando soy un asalariado de ellos y me pagan por mis servicios. Mis jefes dan fe. Pero si me contratan para dar una opinión y luego la vedan, pues no entiendo porque se contradicen.

Soy empresario, creo en el libre mercado, en la competencia sana y estoy en contra de la impunidad no sólo de la ralea política enquistada en el poder estatal, si no en la que algunos empresarios se manejan. Chanchulleros que no tiemblan en sacar algunos centavos más a sus clientes por medio de acciones y tretas escondidas. 

Como en el caso del parqueo de Cayalá, situación que no busco cambiar, sólo quiero que sean claros con sus clientes. Estoy seguro que la falta de afluencia modificará eso, porque muy caquero y todo, pero el dinero de uno del Mezquital es tan válido como el de uno de La Cañada, chish. Pregúntenle a los banqueros o los dueños de comercio si les interesa la clase social de dónde vienen las ganancias.

Y así como he escrito en contra del mal servicio de restaurantes, de servicio a domicilio, de cobros escondidos en locales comerciales y culturales, hice lo mismo con Cayalá. No tengo nada contra ellos, de verdad, no los conozco y tampoco me interesa hacerlo. Cuestiono eso sí, las formas de presión respecto de la libertad de pensamiento y la crítica de un usuario de sus servicios al presionar al medio a que me jale las orejas para que deje de escribir acerca de ellos.

Y eso me trae a Siglo 21.
La columna fue un home run, logró lo que todo medio de comunicación quiere: lectores. Porque los medios de comunicación no tienen razón de ser sin ese par de ojos que los buscan, y al mismo tiempo, se enteran de los servicios de las empresas que allí se anuncian. La tricotomía funciona donde el lector busca veracidad y contenido fresco; en el medio que busca generar interés en los anunciantes al ofrecer lectores/clientes potenciales y cautivos; y las empresas pagan por ese espacio para difundir sus servicios.

Por la forma en que mi editor me instó a evitar nombres y marcas en las subsecuentes columnas, creo - no me lo dijo directamente - la parte de comercialización de Cayalá se quejó con el departamento de ventas de Siglo 21 amenazando lo que siempre amenazan las empresas afectadas en ese caso: retirar sus anuncios. 

Envié entonces mi columna de la semana siguiente dándole seguimiento al caso, sin nombres, y me la rechazaron (se llamó Los Consumidores Mandan y pueden leerla acá). No he querido publicar desde entonces en el espacio de El Manual de la Noche, porque no entiendo qué hacer allí. Sobro.

Mi columna era un espacio donde no solamente hablaba de la ciudad y sus aspectos nocturnos, sino que difundía y denunciaba todo aquello relacionado a los ciudadanos / consumidores. Se supone que ese es el fin de los medios de comunicación: brindar un servicio a sus lectores. Peeeeeero, como les expliqué, siempre y cuando no afecte las relaciones comerciales. 

No me ando dando baños de purismo, hay facturas que pagar, cuentas por cobrar, planillas que alimentar y no es fácil vender. Lo entiendo, pero para andarme cuidando de que escribir y que no, mejor ya tengo un espacio sin censura y es este que ustedes amablemente visitan. Así que he tomado la decisión de dejar de escribir en Siglo 21, ellos sabrán mejor cómo y de qué mejor forma conseguir lectores, de acuerdo a sus estatutos.

El papel del columnista es un ente regulador, una pluma escogida por su forma de escribir y forma de pensar. Y en este caso, pesa más una cuenta comercial que denunciar malas prácticas empresariales. Bueno, más claro, imposible.

Recuerde, como columnista es libre usted de pensar y decir lo que quiera, decir que sí hubo genocidio, o que no hubo genocidio, o que se contaminan las cuencas acuíferas, pero que las hidroeléctricas son desarrollo, que nos deshumanizamos con el consumismo, que este año es año electoral, que el gobierno de turno es una mafia entera, que los presidenciables son hienas e hijos de puta, que las mujeres merecen más, que no al feminicidio, que las mafias de las cortes, que el salario mínimo es un insulto, que hay que paralizar el país con una revolución, que la gente debe trabajar mejor en vez de manifestar, que todos somos Charlie o que nadie es Charlie... todo lo puede decir, menos tocar los intereses económicos del medio donde lo dice. 

Es tocarle la cara a Dios con las manos sucias.

LOS CONSUMIDORES MANDAN



Un análisis más profundo acerca del asunto de los parqueos, me hace entender que la violencia y la inseguridad es el leiv motiv y la oportunidad para que cientos de empresas prosperen bajo esa excusa.

Es decir, frente al estado que no provee las condiciones mínimas de desarrollo y la atmósfera idónea para que la población se pueda conducir con total tranquilidad en sus quehaceres diarios, otros tienen que proveer ese servicio.

Y qué bueno, digo, no estoy en contra de eso. Me alegro. Siempre y cuando cumpla con las regulaciones que impone la ley y que nosotros consumidores hagamos valer la voz y sepamos dónde poner nuestro dinero. Al final los empresarios ofrecen el servicio y nosotros estamos en la libertad de usarlo o no. Somos los verdaderos jueces y los que determinamos el éxito o fracaso, de los servicios.

Por ejemplo, en la industria de diamantes se ha lanzado una campaña de compra ética y moral, es decir, se le hace conciencia al consumidor que compre las piedras que tienen trazabilidad, es decir, denominación de origen sobre los procesos que le llevaron al mercado.

No tiene que venir de zonas de conflicto, de países donde las condiciones laborales son infrahumanas y donde la industria no promueva la violencia y costo de vidas. Se le castiga a las empresas que no ofrecen ese servicio, al no comprar su producto.

Acá deberíamos de hacer lo mismo: obligar a las empresas a que cumplan con los requerimientos de ley y dejar de consumir los productos y servicios que no lo cumplan. Los que hacen trampa para exprimir unos centavos más al consumidor y a sus propios colaboradores.

Nosotros como consumidores tenemos el sartén por el mango. Yo por ejemplo, como hablaba la semana pasada respecto del parqueo del centro comercial (prohibido mencionar nombres) insto a que no se visite porque engaña al consumidor.

No me opongo al cobro del parqueo, siempre y cuando sea un intercambio comercial donde las reglas son claras. He tenido buenas y malas experiencias. En zona 1 tengo a mi cuidador de calle de toda la vida y me gusta el servicio que presta por Q10. He pagado en Nueva York $100 por parqueo y todo bien.

Me molestan los cobros escondidos, tramposos y peor aún, que cuando uno manifieste su disconformidad, sea tachado de cangrejo. El verdadero daño que se la hace a la sociedad proviene del silencio. Tenemos la obligación de exigir mejores servicios, mejores productos.

Hay que empezar por lo pequeño y cuando menos sintamos, ya estaremos exigiendo, políticos de altura que tengan la credibilidad intachable, que su trayectoria sea trazable. La crítica, no lo olvide, hace patria. Exprésese.

lunes, 5 de enero de 2015

INSÓLITOS REMEDIOS PARA LA CRUDA


Llegar de primero a un parque que se levanta 
abriéndose flor de concreto a la gente

Observar el  cuerpo caliente de un perro al sol
acariciado por una vendedora de lotería
el can cierra los ojos y estoy a punto de pedirle que me acaricie a mí
hay tanta paz en las manos de una vendedora de suerte
y esperanza

La banca fría del parque instalada en el pecho
y dejar que la aguardentosa memoria se siente en ella

El soliloquio alegre de un vago
disertando acerca de la velocidad de la oscuridad

Leer un periódico amarillista 
lustrarse los zapatos mientras tanto

Los turistas rubios asombrados 
cómo una paloma sube las gradas de piedra del parque

Los saltitos del ave subiendo la piedra

El sol, el mismo sol que vimos a través de una ventana

tu acostada y tu pelo brillaba de sueño
y ahora languideciendo sobre las cúpulas de la iglesia esta mañana fría

La memoria de anoche

La memoria de hace meses

De la semana pasada

De hace veinte años

Unos tacones verdes
unos tacones verdes a las ocho de la mañana corriendo a través de un parque
huyendo del día que los encontró en la calle
zapatos de la noche
zapatos vampiros que se hacen polvo con la luz


No morir

Un japones radiante tomándose selfies 
haciéndole reverencias a cualquiera

Un niño pasa caminando todo risa rumbo a la grama
deja su mochila al sol y extrae un frasco que agita
lo abre
levanta la horquilla de metal al viento y lo atrapa
los paquetes de viento se esparcen como granadas tiernas y revientan
usted no compra burbujas de jabón
usted adquiere el sueño de encerrar lo que no se puede
en este caso el viento frío que recorre un parque en la mañana
yo siempre he querido ser preso pero las rejas se me abren
yo me encierro y mis dedos tienen llaves
estoy condenado a la risa y el humo
las pompas de jabón reflejan la luz y luego el pop
mueren como mueren los hombres reventados por el filo del tiempo
por las esquinas de la vida
por las hojas del árbol de la violencia 
por el piso de la nada
por la punta afilada de un cabello
por las manos juguetonas de un niño dios que las persigue
un poco de agua de jabón es su herencia
y eso es la poesía

Acá sentado puedo ser todo

Anoche un par de esposos nuevos bailaban marimba y ella miraba hacia arriba
preciosa de blanco era un diamante largo
y él la tomaba por la cintura como se carga la vida
por un instante me conmoví y fue tan bello que mis lágrimas quisieron verlo
y las dejé ir
porque él había perdido a su madre apenas una semana antes
y ha de ser duro eso
ser feliz y triste al mismo tiempo
pero él es un poeta y está acostumbrado
ella gira como lo ha venido haciendo
es un aparato de tesla en el sinsentido de la vida
la brújula de alguien
ella misma y su risa plácida de letras

Glory days suena en el celular de un chico de pelo largo y lentes oscuros
somata sus botas y casi lo escucho recitar
fi fai foummm
huelo la sangre de un caballero inglés 
esté muerto o esté vivo
machacaré sus huesos para hacer pan francés

Pensar en la muerte alivia este dolor de cuerpo

Pensar en conquistarte nuevamente con licor y besos

Ver la maqueta de un nacimiento y esa historia fantástica
Baltazar tiene cara de gitano trampero

Un jilguero lanza su tonada mientras pasa rasante
picando las burbujas
su canto es una moneda al aire
cierro los ojos al sol y escucho el prin de las notas altas
si sale cara, vomito
escudo, escribo un poema

Allá viene el de las granizadas
y no tengo ganas de levantarme a seguir el hielo
me han ganado las ganas de ser lot

No entiendo a la gente sólo entiendo al licor
sodoma y gomorra le llamo yo a mis ojos
porque donde quiera que miro
veo ángeles de espadas hirvientes 
y la lluvia purificadora 
la sangre en llamas derramándose por la herida
la sangre del dragón que nosotros llamamos cielo
una vez aclarado eso
asumo este dolor como un trabajo
a veces
almorzamos con sísifo y tomamos caldo
vaya derrota

Ser cancerbero
guardián del llanto
puedo hacer llorar a alguien 
sólo con verlo

Esta es mi canción de cruda
llévame al sueño y cántame 
duérmeme amor
duérmeme