martes, 23 de septiembre de 2014

SEÑOR MINISTRO…


El día de su nombramiento tenía usted una cara de susto que no creía en nada. No es para menos, lo comprendo, yo en su posición estaría igual si me nombraran, digamos, director del CERN. Entiendo para que sirve el Gran Colisionador de Hadrones, pero no sé usarlo y es feo eso que le coloquen en un puesto donde los subalternos saben más y están más calificados que uno mismo, para el trabajo.

Usted es una persona inteligente Señor Ministro, sabe que su puesto es político, es cosmético, es un distractor de temas más densos y oscuros como los hígados de los que le llevaron de la mano a la silla. 

Es dura la tarea que le asignaron y espero que de la talla; usted no me cae mal Señor Ministro, es más, en varias oportunidades celebré sus goles con la Selección Nacional y algo de esperanza brilló en mí. Pero como siempre, me quedé en la ilusión; su nombramiento me causa la misma sensación luego de un partido de la Selección: apatía.

La realidad es que son patadas de ahogado de un desgobierno, no me dejará mentir. En la novela de James Ballard, El Imperio del Sol, hay una escena donde nombran a un pequeño niño piloto kamikaze mientras el Imperio Japonés se derrumba catastróficamente, un acto inútil y romántico cuando los aviones están destruidos: ya nada hará que levante vuelo lo perdido. Me recuerda algo de eso, esto.

(Para los que vieron la película dirigida por Spielberg, les adjunto la escena del niño kamikaze y su vuelo frustrado, es una escena triste e ilustra lo que escribo):

  

No puedo aconsejarle nada. Nadie puede aconsejarle nada, es como poner al día al capitán de una nave en llamas a media tormenta. Aunque, más que consejos empezarán a circular por su escritorio los memorándum, los documentos legales, las órdenes de compra a este y otro proveedor y usted firmará las actas como antes autógrafos.

Es automático y de repente todo perderá sentido, se dará cuenta que aprobó un millón de balones naranjas para el fisiquín, que lo que mandó a imprimir no fueron estampitas de los próceres sino panfletos partidistas, que lo que firmó es un desvío de recursos que deja sin sueldo a los 0-29 que le aconsejan no hacer un partido de papi fútbol en la Gran Sala del Teatro.

Para cuando lea esto sabrá ya que fue el maestro Efraín Recinos quien lo diseñó y nos dejó un legado arquitectónico y plástico como sólo los grandes artistas lo hacen; si aun no lo sabe, no se merecen el sueldo los asesores así que dicha movida, no la vaya a sentir tan mal.

Recuerde que usted jugó en los patios, en la tierra, sobre el asfalto, con piedras por porterías, que tuvo sueños de gloria por el equipo, por la camisola. Recuerde las carencias que tuvo como futbolista, la rabia por no poder entrenar en canchas adecuadas, la frustración que sentía su entrenador cuando su cheque no llegaba, los sueldos de hambre de los preparadores físicos, la poca formación táctica, la mala dieta de los deportistas.

Yo le puedo hablar de la otra cara de esa moneda: la de la cultura. Sucede exactamente igual y es igual de importante que el deporte. Usted lo sabe, o si no, lo intuye.

Si usted logra recordar eso, Señor Ministro, el amor a los sueños, la esperanza de ser un mejor país, no le irá tan mal y aun puede meter un gol – o detener varios en contra – en el tiempo extra que le queda a este gobierno. No vaya a vender la camiseta como hicieron sus compañeros de Selección.

Frente a las presiones, o al acoso, rememore los años y el amor por el deporte que usted tuvo, que es el mismo que yo le tengo a la cultura; si le coaccionan para que obre a favor del oficialismo recuerde que siempre puede renunciar honorablemente, Señor Ministro. Levante así, un trofeo invisible y digno.

martes, 16 de septiembre de 2014

SAT ATMA SINGH KHALSA


Sergio de León y yo fuimos muy amigos en tiempos en que la juventud nos arrastraba del cuello a la intensidad, a los excesos, y salimos impunes. Seguimos cada uno su camino propio de búsqueda, la mía literaria y la suya espiritual. Fuimos calcos del gonzo y las discusiones sobre el tema nos llevaron noches y años.

Me contó de cómo logró apaciguar a los demonios y quiero trasladar esa lección resumida acá. Es una aproximación de su encuentro con la paz y ahora que se fue, su dolorosa partida me deja ese hálito de cometa: la belleza de la luz y la promesa del regreso. Para mientras, las estrellas brillan:

“Estimado Juan Pablo, percibo que te ha hecho bien apartarte de los medios privados y masivos, lo refleja tu buen humor. En lo personal mi humor también ha mejorado, fíjate que cuando vivía en Colombia, sentía que la vida me golpeaba inclemente en cada ángulo de mi existencia y de lo cual intentaba escabullirme –ahora sé que lo hacía para evadirme– a través de subterfugios químicos, naturales, fermentosos, que al final fueron solo palas que me sirvieron para cavar un hondo, mohoso y gélido pozo, inconscientemente buscaba algo que me ayudara a salir de ahí. Así empecé a practicar yoga”.

“Casi cuatro años han pasado desde aquello y aunque quizás no pueda rellenar el pozo, salí de ahí. No es que haya encontrado ‘La Iluminación’ pero sí encontré como saciar la insatisfacción y amargura de la que me ocultaba, logré sanar muchas heridas y enfermedades; ahora me sé enfrentar con los desafíos que aparecen sin necesidad de drogas y alcohol”.

“Recuerdo que muchos años antes hablamos mucho sobre el oficio del periodismo y el party, el único PP que dijiste por el que votabas. Pues sí, el PP llega a ser un lugar o un estado que en un principio parece acogedor y cálido, pero te abstrae y luego te va volviendo indiferente de hasta de ti mismo, al extremo que en determinado momento y circunstancias algo te dice que debes salir de ahí. Hay que escuchar esa vocecita, ¿verdad? Jeje.”

“Algunos lo hacen por temporadas, otros dejan sus cositas ahí guardadas, creen que pueden ir y venir, pero yo me encuentro más a gusto quedándome fuera. Cada decisión tiene su valor y sus consecuencias”.

Eso fue lo último que me escribió Sergio, quien dejó su nombre para ser Sat Atma Singh Khalsa, un maestro del yoga y la meditación. Un poderoso destructor del ego, un alma de paz que traspasó esta dimensión dejando un cuerpo y un linfoma que murió cuando dejó de latir su corazón. Él, Sat Atma, caminó.

Akal Akal Akal.

martes, 2 de septiembre de 2014

LA FARÁNDULA


Cumple un papel esencial en el imaginario colectivo. Es de suma importancia para el mundo, para la cultura, para las artes. No es sarcasmo. Es una realidad.

La farándula es un grupo privilegiado de personas que tiene la oportunidad de vivir como a buena parte de la sociedad le gustaría estar: con permisividad, con fama, con dinero, con hordas de almas en pena solicitando un autógrafo. Rodeado de gente bonita y lambiscona.

Porque actuar no es un trabajo, digamos, de ocho a cinco, sino un placer. Porque dirigir actores no es un trabajo, digamos, de lidiar con pasajeros que nacieron imposibilitados de entender la frase “donde caben dos, caben tres”.

Porque tocar un instrumento musical, o cantar, es menos difícil, digamos, que levantarse a diario a las cuatro de la mañana a arrear niños para irse al colegio, o escuela o al campo a levantar el azadón.

Porque dominar una pelota es como vivir eternamente jugando y no tecleando una calculadora o atendiendo clientes furiosos que no pueden descargar la aplicación más reciente para ver, sí, a los famosos.

La farándula es el catalizador social más importante del mundo occidental y ¿por qué no?, oriental, donde Bollywood y la liga de cricket arrancan pasiones. Las religiones tienen a sus famosos, a sus íconos. Entre Mahoma, Jesús, Abraham y Buda se disputan Likes y Followers.

Por eso es tan morboso cuando un famoso cae en desgracia, o se suicida, o va a juicio, o lo encuentran con otra/o, o no paga impuestos, o llora en cámaras, o le secuestran a alguien. ¿Saben por qué? Porque se puede ver en televisión la desgracia de un elegido por la Fortuna. 

Se puede ver a un ángel caído, un imperio en llamas. Un ahorcamiento en estos tiempos de Internet siempre es público, mientras las páginas de los periódicos mundiales suman con palitos los muertos por los conflictos y a nadie le importa. Tener depresión en estos tiempos no es una broma, pero sí que un país le pase bulldozer a un pueblo.

También se puede sentir compasión por alguien que encarna los sueños que nunca se cumplieron. Brota un manantial de empatía en el desierto de la acritud por la humanidad. Las que lloraron la muerte de Lady Di, lloraron por el sueño muerto de verse ellas mismas coronadas princesas.

Lloré la muerte de David Foster Wallace por el sueño muerto de mi talento. Siento un vacío por Amy Winehouse porque ya nadie más musicalizará la tristeza ni el exceso de esa forma tan grave y densa que asemeja el caviar del infierno.

El Olimpo sacrifica a sus hijos para gozo de los mortales. Esquilo, la gozarías tanto en estos tiempos perdidos donde el Coliseo queda en la 9a. av. y 9a. calle, zona 1, y los animales se sientan en las butacas a ser entretenidos por el pueblo.