martes, 27 de agosto de 2013

LOS BARES VACÍOS


En las secciones de farándula y entretenimiento de los medios de comunicación se habla siempre de los lugares de moda, los abarrotados, los famosos, los llenos completos, los avant garde, los que visitan nuestros músicos que salen con cara de niños tímidos en colegio nuevo.

Esos antros, bares y restaurantes son la panacea y la asistencia está asegurada. Ganancias y fama quedan plasmadas en las páginas de los medios gracias a sus recomendaciones. Sudor y peinados deshechos en el ir y venir de los cubetazos y botellas.

Hay otros que se contraponen a ellos, que son contrarios a ese concepto de vida nocturna. Me recordé de ellos el sábado mientras transitaba las zonas 10 y 1. Son los otros antros, los del otro lado del espectro, porque cada luz, produce sombra y allí se está más cómodo. En los que al contrario de rebozar multitudes, las sillas se encuentran ordenadas en su lugar y los meseros dormitan en las columnas esperando algún indicio de actividad.

Pueden ser restaurantes, cafeterías, cantinas, barcitos y que ahora yacen condenados a la muerte lenta, porque se van añejando en sus pasadas glorias. Ya ver un cuadro que evoca a la década de 1980, supone un melanoma que crece y empieza a llenar –valga la fácil licencia poética– de vacío y soledad, dicho lugar.

Los amo. Amo esa quietud y el buen trato del personal, que sintiendo el aroma del cierre del local, atienden desviviéndose por esa alma perdida que llega a ocupar un lugar demasiado pequeño para un local demasiado grande. Pero allí se consiguen los mejores cortes de carne, prontitud,y calidad. Se ofrece un trato estilo ¿Dónde te pongo rey que no te pegue el sol?

Ir a pelear por conocer un lugar nuevo me da prurito. Odio los lugares nuevos, son petulantes, mal servicio y precios exorbitantes; prefiero, eso sí, los bares y restaurantes que se van apagando paulatinamente como grandes estrellas rojas que más que brillar, calientan y reconfortan mundos fríos y distantes como yo. Los nictálopes veteranos conformamos sistemas solitarios de planetas que orbitan lento y eventualmente, se intersectan y saludan entre ellos.

Y eso se agradece porque un local que refugie a los usuarios de la noche, debe tener ese carisma y sabiduría de lograr mantener una pequeña pero constante clientela que se vuelve consuetudinaria. Entonces más que negocio, esos antros se convierten en filosofía. Colegios de creación y esparcimiento que poco tiene que ver con la algarabía pueril de la discoteca.

Talvez por una adicción al cuadro Nighthawks de Edward Hopper, donde acontece una noche serena y solitaria en un diner de Nueva York, logro sentir el saudade nocturno. Sentarme entonces, en bares silentes y con música vieja, me traslada a ser un personaje, más que un observador. A mí que tanto me gusta ver, me dejo consumir por el tedio y me ahogo en esa gravedad. Existo sin crítica.

Talvez mi esperanza es que alguien me retrate así: un mueble más de la cotidianidad nocturna. Aborrecer el hogar y salir a encontrarlo en una silla distinta, vacía esperando un peso, "la levedad del ser" que decía Kundera, quien en su novela La Lentitud, explica esa muerte que nace como un moho en el cuero y deja manchas y huele, como huele el abandono.

Tan buenos amigos que pudieron haber sido Kundera y Hopper, en un bar vacío como este del centro, con una bandera confederada. Suena para siempre el jazz y el rock. Allí está la noche y las sillas vacías escuchan atentas y para siempre. Salud, tráigame otra y el cambio es su propia.

martes, 20 de agosto de 2013

OJOS

"El Ojos" es un chico que tiene junto a sus hermanos una venta de hamburguesas nocturnas en la zona 1, en la avenida Elena. Llega a partir de las siete de la noche y se va antes  de que salga el sol.

No le sé el nombre ni creo que me gustaría saberlo. Tiene grandes ojos azules y noto un dejo de medio oriente en sus facciones, algo no muy común por nuestras tierras ojinegras y de tinte café. 

Cada vez que visito la zona 1 y los bares del Centro, es una parada obligatoria en su camioneta, una GMC blanca con una plancha para freír, refrigerador, televisor y que además alberga a los tres hermanos. Esa camioneta es exactamente igual a los de Los Magníficos, pero adecuada para la venta de comida nocturna. 

Me gusta sentarme en los banquillos que tiene y que al hacerlo se mueve todo el traste ese, es un personaje también el auto, que es el negocio familiar. Está destartalada, y recurriendo a mi fecunda imaginación, supongo que fue traída de los Estados Unidos para tal propósito.

Venden deliciosa comida grasienta que tanto bien le hace al gusto del borracho, pero mal a la gastritis fronteriza a la pancreatitis culpa de los excesos. El menú varía de panes con lomito y queso, hotdogs, hamburguesas de todos tamaños, churrasquitos y café. El bendito café instantáneo para calmar la fiesta que aún pulsa en todo el cuerpo.

Es un personaje nocturno el Ojos, un cronista por gajes del oficio que bromea con la pareja gay que se le insinúa, atiende amablemente a la chica de chaqueta de cuero, calma al borracho pendenciero que alega que pidió algo diferente a lo servido. Que mira transcurrir su vida cabalgando la tortuosa espalda de la noche.

Estando allí sentado, he sido testigo de los doctores que llegan a comer del otro lado, del hospital San Juan de Dios, afligidos hermanos que esperan que su madre sobreviva a la operación, novios besándose sin mañana, hombres de traje en pleno llanto por razones inéditas. O periodistas como los del sábado.

Aparecen taxistas, autos compactos de donde bajan hasta 15 personas, policías, drogadictos, ladrones, travestis, trabajadores de noche, escritores, DJ´s, cineastas. Todos en una mesa en paz. Es el lago donde beben plácidos, presa y predadores. Dirige el concierto, el Ojos. 

Con esa enciclopedia de historias, el bestiario de la noche bajo el brazo, debería haber trabajado mejor para la National Geographic. Documentar no se circunscribe nada más a la cámara y a las letras, es la vida misma sucediendo frente a uno, ser testigo privilegiado de lo común.

En ese manojo de cotidianidad está el milagro, lo insólito. Con doble porción de chimichurri, por favor.

martes, 13 de agosto de 2013

ESCRIBIR ES AGUA OSCURA

He tenido muchas noches lluviosas en mi vida, 37 temporadas de las cuales me acuerdo, acaso, de la mitad. Es domingo y llueve profusamente sobre la ciudad con lentitud, con el desgano del agua oscura.

Recuerdo que esta época, cuando niño, era mi favorita para leer. Y me acostaba, vaya imagen romántica hollywoodense, a la par de la ventana a escuchar el tableteo del agua contra el suelo mientras mascaba con fruición, páginas tras página de libros de cuentos e historia.

Allí se iba gestando una tristeza que pocos hacen caso, porque crecer es ir dejando de lado la puerilidad y atender a preguntas que nunca tienen respuesta, frustran. Se convierten en una obsesión y en literatura.

Hablaba hace algunos años con un músico garífuna que me invitó a su casa en Livingstone y desde allí, desde lo alto, mirábamos un espectáculo de agua furiosa y relámpagos en el mar. La nube peleando contra el océano, agua contra agua. 

La brisa marina refrescaba la noche de gifiti y tapado. Me decía que la noche lluviosa es el mejor momento para componer melodías de tambores porque en ese retumbar, venían los secretos de la percusión. 

No sé si me sugestionó o fue la bebida con hierbas espirituosas, pero esa noche soñé con una sinfonía que si tuviera el talento para solfear, tal vez me hubieran llamado a mí para hacer el anuncio del azúcar de Guatemala, en vez del maestro Orellana.

La noche en la playa y lloviendo, es estar cerca del caos, del agua dulce regresando a su patria de sal. O la montaña bajo los maitines lluviosos que solo despiertan las ganas de soñar bajo la compañía de un poncho de Momostenango y el calor humano de una cama que anula cualquier intento de trabajo.

No recuerdo de niño que la lluvia nocturna fuera pavorosa como ahora que los cerros se decantan sobre los humanos que sacaron de raíz, sus árboles. Antes el agua era vida, ahora parece político: uno más, de los inevitables males de la temporada.

Truena y se ilumina mi oscura sala, me levanto a ver la calle devenida en un río: en la acera un gato tiene medio cuerpo metido en mi bolsa de basura que se moja mientras sacia el hambre. La lluvia de noche es la cortina y la excusa de mucho. Tengo que comprar un basurero, sin duda.

El agua oscura es la memoria,  su corriente tiene fin o se pega a otros ríos antes de morir. Escribir es perpetuar el ciclo natural del hombre.

martes, 6 de agosto de 2013

CHAU, PANCHORIZO

(Imagen robada de la página de Pancho Toralla).

Río como desquiciado cada vez que lo veo en escena. Realmente no es desquicio, sino alegría sana, pura, inocente. Este payaso –que además, hace malabares, acrobacias, contorsionismo y stand up comedy, es contador de historias y tiene talento musical– posee la capacidad de viajar en el tiempo: le hace a uno retroceder muchos años hasta convertirlo en niño nuevamente.

Se dedicó a las artes escénicas para beneficio de todos nosotros que disfrutamos de la soltura con que se desenvuelve sobre las tablas. El domingo pasado que lo vi en el cierre de actividades de la Feria Internacional del Libro en Guatemala, avisó que se va de Guatemala.

La gente acostumbrada a sus chanzas se carcajeó pensando que era una broma parte del espectáculo. Pero no, efectivamente este artista deja su patria junto con su familia para irse a buscar un mejor futuro al extranjero. Es un migrante más, un ciudadano guatemalteco que deja este pedazo para probar suerte en la carretera.

Literalmente, porque me explicaban que una vez terminado el concurrido show, vendió todo para irse. ¿Qué es todo? Todo, casa, carro, sueldos, puntos, muebles, y se quedó con lo esencial para la carretera. Lo metió todo dentro de un bus y, el norte, allá te voy.

Su mensaje de paz, armonía y por un mundo mejor cala hondo y conmueve. Al menos así sucede conmigo, por ejemplo esta joya: "El agua debería ser gratis porque está sobre la superficie de la tierra y todos estamos acá, compartiéndola. Al igual que la tierra y las fronteras, debería de ser gratis. No se le niega un vaso de agua a nadie, ni la permanencia acá. Y no soy comunista, soy monociclista", se sube efectivamente al monociclo y los niños ríen y algunos adultos fruncen el ceño. Pero el mensaje, como una semilla, está sembrado.

Me puse a reflexionar un poco acerca de la migración de este talento y cómo, como país, no contamos con las condiciones, con el público y la disposición de un aparato cultural sólido que garantice la vida digna del artista nacional. Mucho pedir, cuando todos la sufrimos a diario sin saber si vamos a volver a casa.

Escribo esto y la portada de la Prensa Libre me muestra a dos bailarines de ballet ensayando bajo un techo derrumbado. Es política de Estado el abandono a sus seres más sensibles y que le propician el alma a este país mancillado por sus gobernantes y dueños por saqueo.

Tengo una sensación rara, como de haber fallado, como de estar haciendo mal las cosas, que nos estamos marchitando. ¿Les sucede a ustedes también o estoy solo en esto?

(Feliz viaje, amigo, aquí te esperamos de regreso y te deseo lo mejor en tu aventura. Que la providencia te provea de trabajo, seguridad y aventura de la buena. Hasta pronto, mago de la risa, viajero del tiempo. Un sincero abrazo :)

viernes, 2 de agosto de 2013

"NADIE NACE POETA", MARCO ANTONIO FLORES


Hace una semana moría una voz poderosa, lúcida, de las letras en Latinoamérica. Su nombre es Marco Antonio Flores y tuve la oportunidad de entrevistarle muchas veces. Siempre fueron charlas largas donde aproveché a conocer desde adentro, el oficio de la palabra por alguien que entendió esa mar y supo estar en sus olas, cabalgando sin mojarse.

Sus respuestas son claras y acertadas, como ustedes podrán leer. En sus últimos años, Flores optó por una especie de retiro del escenario literario, le dejó la bomba y boato a los demás. No que lo necesitara. Construyó piedra sobre piedra, una obra sólida que mucho de lo que se hace ahora en la contemporaneidad, le debe demasiado. Los huevos que tuvo para romper un discurso y calcar una época como él lo hizo, es lo que ahora se lee. Lo acepto, yo soy de esos herederos.

Esta es la primera entrevista que le hice y apareció luego de andar perdida en Internet por más de 13 años. Yo era periodista, era joven y quería ser poeta. Ahora no soy ni lo primero ni lo segundo, me quedé en lo tercero. Esta entrevista por esa querencia, por el enamoramiento de la palabra y la lírica, trató sobre el oficio de ser poeta. Es por tanto, una entrevista atemporal y mantiene una vigencia que al leerla, pensarán que fue anoche que platicamos. Espero la disfruten.
 


"NADIE NACE POETA"

A un escritor no se le entrevista, se le lee. ¿Qué se le puede preguntar que nos deje satisfechos y con menos dudas? Pues nada, así de sencillo y catastrófico. Wislawa Szymborska decía que un poeta no tiene respuestas sino solo preguntas; y estaba en lo cierto.

Al Bolo Flores ya se le ha preguntado hasta de que le gustaría morirse, inclusive un par de balazos y varias amenazas de muerte lo corroboran. Es un tipo polémico por lo que dice y lo que no dice. No lo quiere la izquierda nacional por “traidor” y menos la derecha porque ni modo. Y según se, tiene a varios escritores que le tienen reservada alguna plaza en su complicada burocracia de odios.

(Supongo que otros entendidos, luego de leer Poetas guatemaltecos del siglo XX, le otorgarán ad honorem algunos lugares más.)

Le dije a Flores que íbamos a hablar de dos temas específicos, el libro que recién acaba de presentar y sobre el oficio de poeta. Definitivamente no se puede tocar ningún tema cultural o literario sin que salgan a relucir aspectos sociales, económicos o políticos.

Darse a escribir significa abandono e indagación. No está lejos el Bolo cuando dice que “el poeta es el solitario”, ya que es un trabajo que se hace y se debe de hacer con uno mismo y el cúmulo de demonios que nos preceden.

Y es asfixiante. Desnudarse de todo frente al único público posible: uno mismo. La indagación debe de ser obsesiva y creciente, sin pausas, porque un poeta no vive de pausas, sino de una memoria constante, terca, de las que no abandonan.

Estaban pintando la casa del Bolo y por eso tenía un arranque alérgico, que según él, "me jode la garganta y nariz". Pasamos a su estudio entonces y empezó la entrevista, los estantes estaban llenos de libros y sentí envidia. Respondía catedráticamente a mis preguntas, una vieja maña de maestro universitario, supongo.

Dos horas después, salí de su casa dándole vueltas al asunto de mi visita y pensé que la polaca de nombre raro tenía razón. Mucha. 

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LA CRÍTICA

En tu libro Poetas guatemaltecos del siglo XX hacés tres divisiones de 20 años y una ultima de 30, ¿se le podría llamar a éstas las generaciones poéticas del siglo XX?

En Guatemala no existen las generaciones poéticas, la división en generaciones de los escritores es una división antojadiza de la cultura española de finales del siglo XIX, y dado que somos países periféricos de los imperios económicos y culturales, se copia la tradición literaria que nos importan, especialmente la lírica española. La idea de las generaciones poéticas viene de Ortega y Gasset, esta idea penetró a nuestros países y quedó como una moda. En países con un desarrollo cultural más profundo donde existan grupos afines, editoriales que publiquen, talvez sí pueda funcionar la clasificación de generaciones poéticas. Pero en Guatemala, donde los poetas jalan cada uno por su lado, cada década surgen poetas de diversas edades y formaciones, algunos con una formación sumamente precaria y otros con formación mediana porque no hay formaciones desarrolladas, entonces no es posible pensar que existan generaciones coherentes y con un mismo nivel.

¿Entonces la gente que llama a la década de los años 80 la “generación perdida” no tienen fundamentos para hacerlo?
Sí, no hay tal “generación perdida”, lo que pasa es que también hay gente que se le ocurre una palabra o frase y la promueven. En Guatemala no hay tal generación, ni poetas malditos; lo que hay son epígonos tardíos del desarrollo poético europeo. Y en este momento en todas partes de Latinoamérica, y del mundo en general, la “generación chatarra” o las nueva generaciones, son generaciones que no tienen perspectivas; sobre todo en Guatemala, las condiciones sociales que quedaron después del enfrentamiento armado son condiciones precarias. Ustedes los jóvenes no tienen expectativas claras, ni utopías, ni necesidades reales de unión y de organización y luego surge alguien que dice que es una “generación perdida” o “maldita”, pero son diversos nombres que son ocasionales y que no expresan ninguna cuestión fundamental.

¿El fenómeno de la pérdida de utopías y derroteros nace siempre luego de un trauma social como una guerra, sea esta interna o externa?

Pues no es solamente el trauma social. Lo que ocurre es que la cultura occidental está enfrentada a graves cambios: el capitalismo se ha convertido en un capitalismo salvaje donde la concentración del capital está en muy pocas manos, y eso produce que la pobreza se amplíe en todos los sentidos, incluso en los países capitalistas más desarrollados. Los jóvenes no tienen oportunidad de desarrollo profesional y menos oportunidades de trabajo. Años antes los jóvenes se agrupaban en torno a utopías sociales que pretendían provocar cambios en las correlaciones de fuerzas de la sociedad y ahora eso ya no existe, por lo tanto no se espera nada, y lo poco que se quiere, o mucho que se quiere, no se puede alcanzar por lo que te dije anteriormente. Y en el campo de la literatura menos, y en el de la poesía, mucho menos, porque esta es un producto cultural-literario que tiene poco consumo en una sociedad como esta que carece de expectativas culturales, sino solamente busca soluciones de problemas económicos; entonces los muchachos, que no tienen formación académica ni ganas de autoformarse, se lanzan a la aventura, como nos hemos lanzado todos, de escribir. Por lo tanto se quedan en una etapa de “pre-formación” que luego cambia a “deformación”, van produciendo una obra de poca calidad; claro, en un mundo donde la calidad poco importa, esto pareciera no importar, y eso viene del posmodernismo que es donde la calidad se uniforma, pero esto es pasajero, es solo un momento histórico que malo que bueno nos ha tocado vivir.

Vos escribiste el análisis de Cardoza y Aragón en el libro, ¿por qué lo elegiste a él para hacer la crítica?

No es que sea elegido ni nada por el estilo. Lo que sucede es que la persona que hizo la elección lo cuestionó. Ahora te explico el procedimiento: La elección de los poetas fue conjunta, de mi parte leí a cien y de ellos escogí a 50 que son los contenidos en el capítulo llamado Un siglo de poetas, ahora de ese listado ella tomó 40 y luego comparamos, coincidimos casi en todo. Hubo algunos poetas que fueron discutidos y finalmente nos pusimos de acuerdo en 11. Por razones muy especiales seguía pensando que Cardoza era uno de los poetas que tenían un acercamiento a una voz propia, y ella dijo que no...

Una pregunta, ¿quién es ella, la persona que hizo las críticas?

Se llama B. Levi, y solo eso. Ella no quiere que se sepa su nombre, es una académica de la Universidad Iberoamericana... entonces su selección fue de once y yo seguía insistiendo en que Cardoza debía de estar seleccionado por las razones que expongo en la primera parte del libro. Luego de volver a discutirlo largamente, ella accedió, pero me dijo que no hacía ese ensayo. Por eso hice ese trabajo.

Tu libro, supongo, causará polémica y escándalo entre los demás escritores, ya que deja fuera a grandes mitos de la poesía nacional del siglo XX, tanto clásica (Asturias) y contemporánea (obviemos nombres). Por lo tanto ¿el mito es mas fuerte que una obra?

No, yo creo que no. Los mitos en Guatemala no son tan profundos. Aparte no ha habido otro libro que se enfrente críticamente a estos autores, ha habido grupos que se autopromueven y siempre encuentran a una “cabeza de turco” para promover como el mas representativo de su grupo. Así sucedió con Nuevo Signo por ejemplo, ellos mismos escogieron a quien les parecía más importante de ellos y lo promocionaron bastante, y a mi parecer es un poeta muy desigual  y a la persona que hizo la selección le pareció no solo desigual, sino simple y superficial. Así ocurrió todo el siglo. Entonces los mitos son mitos con pies de barro, Asturias es un ejemplo. Ahora lo que sucede con Asturias es que es un mito como escritor, ahora como poeta, no lo es. Asturias se mitifica con tres libros importantes, descollantes, trascendentes: Hombres de maíz, El señor presidente y Leyendas de Guatemala, más allá no hay nada. Su teatro es verdaderamente malo y la poesía es mediana.

¿A dónde se encamina la poesía guatemalteca y debería de ir de la mano con la crítica?

No creo que la crítica deba jugar un papel de “dirigismo”. La seudo-crítica que hubo en los años de la revolución a través de Saker-ti era un intento de dirigismo, eso está planteado en el libro. La crítica no va a dirigir a la literatura, es lo contrario. Esta no va a formar escritores. La crítica va a señalar al escritor las posibles fallas en las que este incurra, y eso llevará al poeta a pensar en su obra, creando esto la autocrítica. Y eso es lo que le ha hecho falta a los escritores guatemaltecos. Por ejemplo Carlos Illescas mandaba a imprimir todo lo que se ocurría, fueran las cosas más estúpidas que fueran, a él no le interesaba tener autocrítica sino publicar y publicar.

Claro, pero ninguna crítica es definitiva...

No, definitivamente. Esta, vuelvo a insistirte, no va a formar a nadie. Sino sirve para marcar caminos, para que el escritor se cuestione. A mí si me dicen algo sobre mi obra, no me lo creo; porque considero que tengo mas capacidad de hacer análisis de lo que he hecho que pensar que los que dicen que escribo bien o mal, tengan razón.

Entonces los que se lanzan a ser escritores deben de tener muy en cuenta, y debe de ser una prioridad, la autocrítica...

El ser escritor es un problema de auto conocimiento. De conocimiento del fenómeno al cual se va a acercar y de un auto conocimiento personal. Uno sabe si puede o no. A pesar de que alguien diga lo buen poeta que sos, uno sabe si las cosas funcionan o no. Si uno no sabe lo que es la poesía, se la cree, ¿verdad?



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LA POESÍA

La poesía como oficio ¿conduce a algo?

No conduce a nada. El oficio de poeta es un oficio que no tiene oficio ni beneficio. Porque ni se gana dinero ni importancia social. En un país como este, el poeta no tiene importancia social, por el contrario, es un individuo visto por los sectores de poder como alguien que carece de nivel social, que es un vago, que no quiere hacer nada y que por eso escribe poemas. Eso no es cierto. El poeta es una conciencia de su tiempo, es alguien que puede empalabrar su tiempo de tal manera que sea más trascendente que cualquier historiador, político o millonario que exista en su época.

¿Todas las personas nacen para la poesía o son pocos los elegidos?

Ni nacen ni son elegidos, mano. (Silencio, reflexiona, mira la pared, los estantes, me mira y suelta): Ningún poeta nace para ser poeta, eso es imposible, la poesía es lenguaje y es un lenguaje altamente desarrollado. Es imposible que alguien nazca con lenguaje, porque es parte de la conciencia y esta se va formando con el desarrollo biológico. Es decir, nadie nace poeta. Nadie puede nacer poeta. Y conforme la persona va conociendo las palabras se va enamorando de ellas, y hay otras que no; hay personas que se van enamorando de las imágenes, de los sonidos, de los monumentos exteriores y de otras cosas más. Pero los que se apasionan por las palabras pueden llegar a ser poetas, si en un momento dado encuentran la forma de organizar las palabras en un discurso poético, ese es el principio del poeta, y eso no quiere decir que de grande vaya a ser poeta. No todos los poetas encuentran una forma personal de hablar. En esta recopilación, se encontraron 12 que se acercaron a una voz personal, porque creo que ninguno de ellos tienen una voz propia. Encontrar una voz propia es un trabajo de una vida, y hay muchos que no aguantan la casaca.

En la entrega de Reunión, volumen dos, vos contestaste una pregunta del público “la única patria del poeta es la memoria”, ¿para escribir sobre algún suceso, sea este personal o social, qué tanto se debe de interiorizar y asimilar primero?

La poesía es un largo proceso, de por vida, no de un momento ni de un acontecimiento. No quiere decir que existan poetas que hayan escrito de manera coyuntural. Neruda es un ejemplo. La poesía no surge de la interioridad del individuo, surge del exterior: de las imágenes, de las emociones, de las sensaciones, de los recuerdos y de las pasiones en general. Todo lo que el hombre interioriza se va procesando por largo tiempo. Pero no es consciente, sino inconsciente. Es una autoformación que lleva al momento de la síntesis y cuando encuentra el momento de la eclosión es donde surge el poema.

Si los temas poéticos ya se han agotado, ¿por qué se sigue escribiendo?

Los temas nunca se agotan. Los agota cada uno en sí mismo. Todas las emociones, el amor, la vida, la muerte, la tristeza, etc., se repiten en cada hombre y son nuevas para el que las experimenta.

¿Un poeta puede decir “he terminado”?

No lo sé. Eso si no lo sé. Creo que llega un momento en que un hombre ya no puede escribir poesía...

Enrique Juárez Toledo es un ejemplo...

Sí, él a los 42 años dejó de escribir poesía. Yo dejé de escribir poesía a los 50. Hay poetas que han escrito hasta los 80 años. Para eso no hay ninguna medida. La medida está en sí mismo.