viernes, 29 de abril de 2011

LA SOMBRA MODERNA


"He aprendido a medir la Nada. Mis colegas y yo estudiamos los mecanismos que llenan los vacíos sociales y económicos. La Nada está en todos lados, puede ser medida y eso abre muchas posibilidades... por lo tanto, por qué debería salir corriendo detrás de un millón de dólares, explíqueme?" Grigori Perelman, matemático que resolvió la Conjetura de Poincaré y que fue galardonado en 2006 con la medalla Fields - considerado el Nobel de la Matemática -, rechazó el galardón junto a un millón de dólares.

Me pregunto si puedo ser lo mismo, ser un artista convencido de la futilidad de publicar, de ganar premios, reconocimiento. En mi caso, extrapolado a la poesía, no a la matemática; pero estas disciplinas están más cerca de lo que se piensa ya que ambas tratan el pensamiento abstracto en diferentes niveles, son lenguaje universal y son lenguaje altamente desarrollado.

Perelman vive apartado de la sociedad y se dedica al estudio. Le admiro desde ese búnker que hace que se olvide de cosas tan mundanas como la boda real, evento que ha copado las páginas de los periódicos a nivel global y que evitó que una modesta columna de opinión, la mía, se publicara en la sección cultural del diario para el que colaboro. No es culpa de mis editores, es culpa de los ahora Duques de Cambridge por casarse y paralizar al mundo de la farándula, tema más importante que las letras, claro.

Perelman trabaja estoicamente por lograr un avance matemático y yo, lo leo. Es un genio silente como lo fue Bobby Fischer en el ajedrez, o Fernando Pessoa en la literatura. Todos comparten ese enorme amor por resolver cuestiones tan importantes como el desasosiego, ganar una partida en las menores movidas posibles, o trazar curvas en esferas que se tuercen. Ya vieron, todo es poesía.

Tu que puedes hacerlo no nos defraudes como especie, se el faro que oscurezca un poco esta época de iluminación. Siempre se necesitan sombras, Grigori.

lunes, 25 de abril de 2011

SOY UNA MÁQUINA DE ESCRIBIR


Abro una cerveza y pienso que he estado escribiendo mucho. Tenía más de seis años desde que dejé el periodismo de oficio de no pasar horas sentado craneando un texto. Este último mes ha sido cosa dura retomar el ejercicio de ensayista y periodista, disciplinas que se me traslapan cada vez más si me lo preguntan.

Pero ese híbrido ha funcionado. Terminé un encendido artículo sobre la situación sociopolítica nacional para una amiga en Budapest, sobre la patraña del asistencialismo estatal y cómo logra sus fines propagandísticos escudados en la inmediatez de la ayuda. El discurso polarizante de un bando y otro, y sus constantes ataques, que se apalean en mitines o se lanzan tarascadas desde las vitrinas periodísticas. Este texto en su totalidad no puedo compartirlo - no ha sido publicado por mi contratista - pero sí comentarlo y ahora que lo pienso, me da hueva hacerlo.

Un trabajo que me gustó mucho llevar a cabo, fue una aproximación a la vida de Charles Bukowski para la revista cultural Luna Park, dirigida por la excelsa Vania Vargas. Era escribir algo sobre uno de los autores más famosos de los últimos años en Guatemala, como lo ha sido este poeta más imitado que leído. Pueden ver el texto en el siguiente vínculo Todo huele a Bukowski.

Otros para Siglo 21 (que ahora que me recuerdo, no he cobrado...) , uno para un pequeño diario de Vermont. Una reseña literaria para una novela rock en Antigua, un reportaje sobre los tuctucs para Italia y una crítica de un fanzine en Bilbao.

Soy un escritor lento en muchos aspectos. No puedo publicar nada sin antes leerlo muchas veces, especialmente cuando se trata de ensayos o de mi obra, particularmente. Me cuesta asimilar los hechos y tengo que buscarle distancia a lo sucedido para encontrarle lugar en lo que esté escribiendo en ese instante. Seré un hombre de poca obra, un escritor selecto. Un haragán.

Cosa contraria me sucede con el blog, que publico de primera intención y sin confabular perfecciones, informaciones, ortografías o sintaxis. Es como he dicho siempre, mi libreta de ejercicios, el gimnasio literario.

Pero bueno, ¿en qué estaba? Ah sí, que escribo lentamente. O es mejor decirlo, cada vez me gusta menos escribir y sí leer. Vaya cosa el ego que cuando escribo solamente me leo a mí mismo y me gusto más que nadie. Pero, osadías del bipolarismo - supongo - ahora me odio y prefiero la literatura ajena.

Eso deriva en un problema de grandes proporciones a mi persona que me encuentro escéptico al planeta y nada me afecta. Posiblemente se deba a una sobredosis de determinismo de la marca Michel Houellebecq que me ha hecho inmune al enojo y más cerca a sabio. Leerlo ilumina, olviden esa filosofía sociobarata y búsquenlo.

Antes despotricaba hasta contra las moscas volando, pero ahora miro los acontecimientos con el halo del verdadero observador: el mundo está aquí para ser mundo. No puedo hacer nada para cambiarlo y realmente, me está yendo muy bien así, para querer hacerlo.

Les heredo las rabietas. Enójense por mí que en este momento, escribo y eso es más importante que nada. Por ejemplo, que hoy se haya cerrado la última fábrica de máquinas de escribir del mundo. Siento como si hubiera conocido a Beethoven y se me haya muerto en brazos, esto es importante pero no sé qué tanto. Eso sí, me dio tristeza la noticia... por eso, abro la segunda cerveza de esta noche que se avecina larga, larga...

viernes, 1 de abril de 2011

EL MANUAL DE LA NOCHE

Mi nueva columna se llama El Manual de la Noche y será publicada en Siglo 21, todos los sábados a partir de mañana 2 de abril de 2011. Si quieren saber de qué trata no hay que darle muchas vueltas al asunto, solamente hay que leer el nombre y se darán una clara idea sobre qué va la cosa.

Mi ejercicio en el periodismo de opinión lo empecé en ese mismo matutino en la misma sección: Vida. Se publicó Fe de Rata aproximadamente un año hasta su migración al mundo digital y ahora gracias a la invitación de los editores de Vida, Gabriel Arana y Ana Lucía Ola, retomo el periodismo escrito en Guatemala.

Los invito desde ya a la lectura y a la retroalimentación de ese espacio creado para deleite de los que amamos la noche en todas sus acepciones, esas largas fiestas de prolongado aliento a bebidas espirituosas, el interminable idilio de las veladas románticas, la incesante y obsesa búsqueda de aquel que no puedo dormir.

Todo proceso creativo necesita de silencio y eso es precisamente lo que exploraremos en ese espacio. La urbe, la casa, el cuarto, la mente, como habitación generativa de creatividad. Las herramientas: las letras, la plástica, el cine, la gastronomía, la vagancia excelsa en búsqueda de luces.

Quiero agradecer al talentoso Eny Roland Hernández por la sesión fotográfica, pueden ver las fotografías en la página de Facebook dándole “Like” o “Me Gusta”; asimismo, a toda los nictálopes con los que me he desvelado porque tarde o temprano aparecerán en estas anécdotas... es una amenaza, amigos. Buena noche, entonces. Hasta mañana.