Mañana martes es día del ejército. No sé que nuevo nombre tiene ahora esta "celebración" luego de los acuerdos de Paz. Como les cambiaron a los existentes tanto e intrujeron otra docena de días festivos, seguramente es algo así como "Día del martirologio contra el sistema asesino", o a lo mejor se puede conocer dentro de los círculos internos castrenses como "Día en que celebramos la moronguiza que les dimos a los guerrilleros". O para los escépticos como yo "Día de feriado oficial tan importante como el día del lápiz". Descansen, marchen o lloren. Lo que les haga feliz. (Ya, ya... se celebra el 30 de junio día en que J.R. Barrios entra triunfante a Guate luego de ganarle a Cerna la guerra.)
Creo que el mundo se toma muy en serio eso de la muerte. Algo tan natural. Ya se inflinjida por el suave paso de la naturaleza o la brutal intromisión de un tercero en nuestras vidas. Es decir, todos queremos que nuestros cercanos vivan por siempre, pero, vamos, la verdad es que habría sobrepoblación si todo mundo viviera como queremos, sin enfermedades, sin accidentes, sin asesinatos, sin masacres. Hay que considerar a las balas y bombas como artificios que la misma naturaleza nos ofrece para mantener el balance entre la sobrepoblación y la cantidad de recursos para mantenernos.
Y eso me hace pensar en cómo estos objetos de destrucción son tomados por ambos bandos, anacrónicos por cierto: la derecha, mira a las armas como objetos de defensa del statu quo, mientras que la izquierda, como herramientas de reinvindicación. Que siga la feria, las bombas son bacterias grandotas. Por eso no hay que preocuparse de nada, ni de los golpes de estado ni de pecho. Ni de la subida o caída del yeneurodólar. Si venimos en caída libre, a disfrutar el paisaje antes de reventarse contra el suelo. Es preferible tener belleza en los ojos que pánico.
Yo por eso soy feliz siendo un preso de mi mismo. O un enfermo de la mente. Así que me dedica a bajar canciones y a escucharlas mientras escribo nihilismos deterministas. Bueno, todo esto es culpa de Elfriede Jelinek. Leo Deseo. Qué manera la de esta mujer para narrar así de duro y a cincelazos. Este es el tipo de literatura que adoro. Mi preciosa.
Buscando incesantemente en el baúl conocido como Youtube, encontré este clip de la película Cría Cuervos, de Carlos Saura. Allí utilizan la canción Por qué te vas de la intérprete hispanoinglesa Jeanette, una de mis cantantes favoritas. ¡Qué manera de bailar la de los pequeños! Esa frase brutal de la niña cuando sentencia a la vieja, con todo el peso de la juventud contra la vejez: "Pobrecita, nadie te hace caso, te dejan aquí sola y te cansas de ver el jardín".
Hubiera querido que mi padre fuera Juan Carlos Onetti por eso del mito y los libros y el personaje. Posiblemente me hubiera dejado arrastrarme en mi suciedad de niño o me hubiera tirado a un mercado a que fuera criado por una tendera gorda y analfabeta. Crecería para devenir parricida.
La cosa es que nos vieron con cara de asco cuando aparecimos esa noche en la fiesta. Estábamos tomando copiosamente desde la tarde por el nacimiento de mi hijo y yo celebraba algo que no entendía del todo. Era en una casa al lado del lago y los chicos bien tenían a sus novias bien allí con ellos. Nosotros ahogados de borrachos.